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(1053-1590) 
 
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"El guardián del umbral" o las consecuencias de pensamientos burlones o de malentender los análisis cósmicos de la vida  1071. Dado que el ser vivo no puede existir sin ser idéntico a una unidad inseparable creada por la fusión del "tiempo" y de "la eternidad", a partir de aquí al investigador le es fácil liberarse de cualquier "pensamiento burlón" y remitir todos los análisis del ser vivo a sus respectivos lugares de la experimentación de la vida y allí comprenderlos en su perspectiva cósmica absolutamente justa, verlos donde son realidad y donde son ilusión. Esta clasificación es tanto más necesaria, por cuanto todos los análisis cósmicos existentes del ser vivo en caso contrario sólo harán al investigador defectuoso mentalmente y serán la causa de su encuentro con "el guardián del umbral". A veces juzgará fenómenos temporales como cósmicos y a la inversa. Que esto, a su vez, da lugar a una concepción correspondientemente ilusoria de la vida y la existencia, que sólo puede estar a la altura de una superstición simple o primitiva, es naturalmente obvio. Si, precisamente, no tiene humildad, con su conocimiento cósmico erróneo comenzará a explicar todas las hermosas esculturas y cuadros de los artistas y los poéticos y bellos poemas y las alabanzas de la naturaleza y la vida de poetas y escritores como banales ilusiones y, con ello, justificará su propia falta de humildad y agradecimiento ante la hermosura y esplendor de la vida y la naturaleza. Del mismo modo ocultará, así mismo, su falta de amor al prójimo o facultad de compasión ante los sufrimientos y destino oscuro de este prójimo, argumentando que él mismo es la primera causa de su propia desgracia y, por lo tanto, no tiene ningún derecho a la comprensión o el amor de ningún otro ser. Se ocultará en gran medida tras el análisis cósmico que dice: "Nadie puede sufrir injusticia y nadie puede hacer injusticia" y se hará en mayor o menor grado la ilusión de ser inocente de cualquier acto doloroso que cause a su prójimo. Alegará que no hay nada "divino" ni nada "diabólico". Que nadie es "bueno" ni "malo", que nadie es "hermoso" y nadie es "feo", etc. Pero, no obstante, lanza la opinión de que "todo es muy bueno", opinión que, a su vez, lo aleja de la propia naturaleza y fuerza de la oración. Así, pierde por un tiempo la única actitud y el único natural entrenamiento mental de la conciencia que debería llevarlo al directo contacto personal con la Divinidad, es decir, la vida y la existencia o la experimentación de ser "uno con el Padre". Ciertamente, "el guardián del umbral" es aquí una verdadera realidad.
      Como vemos, malentender los análisis cósmicos puede ser muy funesto para el investigador inmaduro que, precisamente, en virtud de dicho malentendido llega a vivir totalmente en desarmonía consigo mismo y con el entorno. Así pues, ha entrado en contacto con análisis cuya auténtica verdad no comprende en absoluto y que, por lo tanto, para él sólo se convierten en una especie de filosofía de la vida en virtud de la cual de buena fe se hace ilusiones de no tener ninguna responsabilidad con respecto a su modo de ser inacabado o menos amoroso hacia su prójimo y su entorno, alegando que "todo es muy bueno", y que nadie, como ya hemos dicho, "puede hacer injusticia o sufrir injusticia", y que cada cual es el origen de su propio destino desdichado o feliz.


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