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La parcialidad como causa de que el relato de la caída del primer hombre se haya desfigurado   977. Como aquí hemos visto, la realidad que hay tras la historia de "la caída del primer hombre" es luz radiante. "La caída del primer hombre" es un relato desfigurado sobre la técnica de la vida con que la Divinidad y, por consiguiente, los seres vivos favorecen la inmortalidad de su vida o existencia eterna de su conciencia. Esta desfiguración del relato sobre la técnica de la inmortalidad en sí se debe, de este modo, a la total saturación de oscuridad del origen del relato, con lo cual este origen es parcial con respecto al contraste de la oscuridad: la luz. Pero un relato o análisis que es parcial no puede ser ni verdadero ni justo. Porque la parcialidad es la suerte oculta en el plato de la balanza de la justicia. Camufla el punto de equilibrio o centro de gravedad del plato de la balanza a favor de los deseos del que pesa. Este punto de equilibrio no expresa, así pues, lo que la cosa "pesa" en realidad, sino lo que el que pesa desea que la cosa "pese". El peso es falso y un peso falso, o una medida falsa, es una mentira y, por consiguiente, no puede ser justo. Que los seres vivos son, por lo tanto, seres que no son libres, que están atados a las cadenas de la mentira en el mismo grado en que son "parciales", se convierte aquí en un hecho evidente e inalterable. Por esto, hay que examinar de manera especial los relatos heredados del pasado, sean del tipo que sean, antes de aceptarlos, porque en el mismo grado que su origen ha sido parcial sobre el asunto de su relato, este relato estará camuflado o será mentira a favor de esta parcialidad, a coste de la veracidad absoluta o valor justo del relato.
      Como el hombre terreno ahora, en muy alto grado, está a punto de estar saciado de la primera fase de la luz, o sea, de la parte de la luz que una vez consideraba como la más deseada y tenía un hambre colosal de ella, tiene, precisamente, hambre de la última fase de la luz y, por consiguiente, es parcial con respecto a esta última fase. Como consecuencia de ello, y en grado correspondiente, no está en condiciones de juzgar imparcialmente en cuanto a la luz mental. Su parcialidad es la suerte más o menos ciega u oculta en su balanza de la justicia. Lo exagera y adorna todo a favor de la fase de la luz que ahora desea y subestima y ensucia, en grado correspondiente, todo lo relacionado con la fase de la luz de que está saciado y de la que, por consiguiente, más bien quiere ser liberado. Que tal ser, debido a su actitud parcial, choca en mayor o menor grado con la verdad real se muestra aquí como algo evidente. "La verdad real" no puede, por lo tanto, experimentarse antes de que el ser sea totalmente imparcial para con todo y todos. Sólo entonces puede ser justo y, con ello, amoroso al cien por cien para con todo y todos, sea lo que sea y quien sea.


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