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"El destino" constituye la experiencia conjunta del "infierno" y del "reino de los cielos". "El infierno" como culminación del colapso de la experimentación de la vida   954. Para comprender lo arriba mencionado, primero hay que darse cuenta de qué trata la obra de teatro llamada "destino". ¿Qué es "el destino" y como se experimenta desde "el local del espectador" de la escena de la vida que, claro está, es lo mismo que "la conciencia diurna"? Con respecto a "la obra de teatro de la vida", "el destino" sólo es, en realidad, una única revelación para "el espectador", tanto de todos los grados de "lo desagradable" como de todos los grados de "lo agradable", o en otras palabras, la creación o representación de "la visión" o experimentación para el hijo de Dios tanto del "infierno" como del "reino de los cielos".
      ¿Por qué esta representación? Claro, sin ella no podría tener lugar ninguna experimentación de la vida. Toda experimentación o detalle de una experimentación sólo puede observarse o percibirse en virtud de su identidad con un despliegue de energía o efecto más o menos fuerte en relación con el despliegue de energía o efecto de su entorno. Y ninguna experimentación o detalle de la experimentación podría tener en absoluto una identidad así, si la experimentación de la vida o "el destino" no fuera, precisamente, una creación de la aparición más o menos fuerte de la relación mutua de estas cosas, o en otras palabras, si el principio general del "destino" no fuera "la creación de contraste". "La obra de teatro del destino" será, así pues, en su representación un ascenso gradualmente creciente hacia la culminación del "infierno", y en que el individuo desde la escena de su vida, "el local del espectador": "la conciencia diurna", tiene acceso a la representación más real de cómo se forma la vida cuando su despliegue se basa en la ignorancia total de las leyes de la vida y, por lo tanto, tiene necesariamente que convertirse en la culminación de su infracción. Pero con ello esta culminación será la culminación del colapso o caos de la experimentación de la vida, porque cuando las leyes y condiciones, en las que se basa la perfección de la experimentación de la vida, no se cumplen, esta perfección no puede de ningún modo existir. Una cosa no puede, claro está, existir sin hacerlo, precisamente, en virtud de ser el cumplimiento de las condiciones exigidas para su existencia. Si éstas no se cumplen, se produce la destrucción o colapso de la cosa. Con respecto al colapso de la experimentación de la vida y la consiguiente desarmonía y sufrimiento, esto constituye entonces lo que llamamos "infierno".


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