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Sustancia de la vida n.º 39 – "Lo temporal" (El algo atado a un lugar). Sustancia de la vida n.º 40 – "Lo eterno" (El algo libre)   952. Pero cuando las dos impresiones citadas, que son el análisis básico de la experimentación de la vida, son, así pues, hechos inalterables, también se convierte en un hecho igual de inalterable que el análisis cósmico básico del ser vivo, debido a su naturaleza, será totalmente imposible en toda situación en que no se base en estos dos principios básicos de la experimentación de la vida. Dado que una cosa no puede ser al mismo tiempo lo contrario de ella misma, no se puede, por ejemplo, estar de pie y sentado al mismo tiempo, del mismo modo que no se puede gritar y al mismo tiempo estar en silencio, es un hecho que en su análisis el ser vivo tiene que estar compuesto de dos partes fundamentalmente distintas. Tiene que tener una parte "atada a un lugar" y una parte "liberada". ¿Cómo podría si no la experimentación de la vida estar formada por las dos impresiones antes mencionadas? Pero, ¿cuál es la parte "liberada" y cuál es la "atada a un lugar"? Sí, esta pregunta es, claro está, fácil. Todo lo que no puede estar en dos lugares a la vez está "atado a un lugar". Y esto es válido para todo lo que directamente es accesible a la percepción, tal como organismos y todo lo que forma parte del concepto "materia" o "sustancia". Señalemos lo que señalemos de entre estas cosas, todo está limitado. Tiene medidas y peso y, por consiguiente, está "atado a un lugar" en todos los aspectos. Si, por consiguiente, sólo existieran los organismos o la materia, es decir, todo lo "atado a un lugar", ¿cómo le sería, entonces, posible existir a la impresión de "liberación"? Una cosa que no existe no puede originar ninguna impresión.
      Hay, por consiguiente, algo que no está "atado a un lugar". Como no está "atado a un lugar" no puede tener medidas, peso, color, volumen ni ninguna forma en absoluto de análisis, aparte del único análisis que dice que es "algo que es". Que constituye "algo que es", es un hecho por medio de la impresión que su existencia deja en forma de "la impresión de liberación". Ésta es creada por la impresión que tenemos de nosotros mismos como espectadores de nuestra propia vida. Nuestra impresión es, así pues, en realidad una experimentación indirecta de nuestro "ente" o yo. Que tenemos esta impresión hace también tiempo que es un hecho, debido a que nos hemos visto directamente precisados a encontrar expresiones para ella en el lenguaje. Es esta impresión la que manifestamos cuando, por ejemplo, decimos: "yo vi", "yo sentí", "yo fui" o expresiones parecidas. Este "yo" expresa, por lo tanto, el lado de la naturaleza de nuestro ser que es "espectador" de lo que sucede, mientras que las siguientes expresiones: "vi", "sentí" o "fui" no expresan el yo en sí, sino al contrario, lo que el yo experimenta o de lo que es espectador. El análisis del ser vivo se muestra, así pues, como constituyendo "lo que experimenta" y "la experiencia". De estos dos factores el yo es, por consiguiente, "lo liberado" y "la experiencia" "lo atado a un lugar". Como un "lugar" o "un estar atado a un lugar" forma parte de "lo que se experimenta", esto no puede, por lo tanto, constituir ningún análisis del yo en sí. Por esto, este yo no puede estar de ninguna manera "atado a un lugar". Sólo la experiencia puede estar atada a un "lugar". Pero estar atado a un "lugar" no es sólo, como principio, estar en un lugar u otro, sino que, en realidad, constituye todas las formas de limitación de una cosa, que, como ya hemos mencionado, quiere decir: medidas, peso, volumen y cabida, velocidad, etc. La identidad de los seres vivos está, así pues, constituida por dos realidades inalterables: "el algo atado a un lugar" y "el algo libre". Como "el algo atado a un lugar" es todo lo limitado, todo lo variable o alterable, esto se ha expresado en la vida cotidiana con el concepto "lo temporal". Como "el algo libre" está constituido por lo que no es lo variable en sí mismo, sino su "espectador", "creador" u "origen", y lo variable no puede, así pues, ser el análisis de este origen, por lo cuál éste por naturaleza tiene que ser eternamente invariable, a este "algo" se lo ha denominado en la vida cotidiana con el concepto "lo eterno". Como estos dos factores son, de este modo, fundamentalmente inalterables en el análisis de todo ser vivo, ya que "lo temporal" está, naturalmente, constituido por "lo que se experimenta" y "lo eterno" por "lo que experimenta", a "lo temporal" lo denominaremos "sustancia de la vida n.º 39 y a "lo eterno" "sustancia de la vida n.º 40".


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