Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(639-1052) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

Sustancia de la vida n.º 37 – "La impresión de liberación". Sustancia de la vida n.º 38 – "La impresión de estar atado a un lugar"   951. Desde este "local del espectador" o "la conciencia diurna", el yo presencia su propio destino al mismo tiempo que es un actor activo en la propia escena. Así pues, participa de una manera activa en la propia representación. Y aquí contemplamos la sublime naturaleza divina del yo como "el punto fijo" alrededor del cual la manifestación del individuo o ser vivo se mueve o vibra. Aquí vemos que el yo no puede de ninguna manera atarse a un lugar. No se le puede mandar que esté aquí o allí. Está en "el local del espectador", al mismo tiempo que es actor, además de que, por medio de sus núcleos de talentos, es "el técnico" o "jefe de máquinas" tras el escenario. Pero cuando, de este modo, está tanto aquí como allí simultáneamente o a la vez, está, naturalmente, "en todas partes". En realidad estamos ante una especie de "omnipresencia" o "presencia en todas partes" ¿Y no es, precisamente, esta cualidad la que, como se nos ha dicho con nuestras primeras letras, posee la Divinidad?
      Pero, ¿puede estar una cosa "presente en todas partes"? No, en un sentido absoluto no puede. Una "cosa" está, en todos los sentidos, "atada a un lugar". Está atada al tiempo, tiene una "edad", que indica su "ubicación" en el tiempo. Tiene medidas y peso, lo cual indica su lugar en volumen y cabida. Representa grados de velocidad, lo cual indica su lugar en "el movimiento". Toda cosa estará "atada a un lugar" de una manera absoluta. Cuando, no obstante, en nuestra conciencia diurna o en nuestra propia experimentación de la vida es un hecho que somos, simultáneamente, espectador pasivo y actor activo, también se convierte en un hecho que hay "algo" que es diferente de "la cosa".
      Una "cosa", es decir, algo que ha sido producido, sólo puede estar en un lugar. Una cosa no puede estar a la vez en Europa y América. Una locomotora no puede estar al mismo tiempo enganchada a un tren en Australia y en África, del mismo modo que una cosa no puede ser pasiva al mismo tiempo que es activa. No puede estar en movimiento y quieta a la vez. Pero por medio de nuestra experimentación de la vida, sí, totalmente dentro de nuestra conciencia, vemos, así pues, que hay "algo" que es a la vez pasivo y activo, "algo" que es "público" al mismo tiempo que es "actor". Pero, claro está, precisamente este fenómeno o espectáculo es lo que demuestra que lo que percibimos o vemos son, en realidad, ilusiones, porque una cosa no puede, naturalmente, permanecer quieta y estar a la vez en movimiento, del mismo modo que una cosa no puede estar simultáneamente en dos lugares o en varios lugares. Lo que vemos no puede, por consiguiente ser una realidad absoluta, sólo pueden ser "decorados", "disfraces" o "camuflaje". ¿Qué es, entonces, lo que está camuflado? Sí, aquí tenemos que observar minuciosamente la experimentación misma de la vida. ¿Qué es lo central en ella? ¿No es la impresión o el hecho de ver nuestra propia aparición como un organismo vivo en funcionamiento y luego de ver la aparición de nuestros semejantes como organismos vivos? Lo que vemos o percibimos no es, así pues, el yo, sino el organismo, indiferentemente de que seamos nosotros mismos o sean nuestros semejantes aquello hacia lo que dirigimos nuestros sentidos. Pero el organismo y el yo, ¿no son uno y lo mismo? No, no pueden serlo de ninguna manera, porque la experiencia de la vida misma se revela inalterablemente como constituyendo dos principios diametralmente opuestos, a saber, "algo", que está "atado a un lugar" y "algo" que está "presente en todas partes" o "liberado". Acabamos, claro está, de ver cómo al experimentar la vida tenemos la impresión de que nosotros mismos somos "actores" y "público", "parte pasiva" y "activa", dicho brevemente, estamos "atados a un lugar" y "liberados" al mismo tiempo. Como este es el análisis básico de la experimentación de la vida, dado que dicho análisis no existiría si quitáramos una de estas impresiones, tanto la "impresión de liberación" como la de "estar atado a un lugar" se convierten en hechos igual de inalterables. Y las denominaremos "sustancia de la vida n.º 37 y n.º 38" respectivamente.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.