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Sustancia de la vida n.º 8 – emisión de energía en el acto de la concepción   931. Con respecto a "la concepción", ésta es claro está, como ya hemos demostrado, una "recepción" de energía, vibración o fuerza del exterior. Pero, cuando de este modo es "recepción" de energías de vida del exterior, tiene así mismo que existir una "emisión" de esta energía. Y del mismo modo que el ser vivo puede experimentar la culminación de la sensación de placer a través de "la recepción" de energía del exterior, también puede experimentar la alegría en su punto culminante dando sus propios valores o sus propias fuerzas a otro ser e introduciéndolas en la zona mental y física de este ser. E igual que "la recepción" de las energías que dan vida era una culminación de la sensación de placer o bienestar, el acto de emitir o enviar energías también es la experimentación de la maravilla más grande de la vida o del universo. Del mismo modo que descansar en los brazos del ser amado y sentir la vida y la fuerza de este ser llenar su interior era la culminación de la alegría para la parte receptora, también es la culminación del bienestar supremo ser la parte que abraza en el acto natural y deja toda su simpatía fluir en los terrenos y zonas más íntimas y secretas de un ser amado e iluminarlas y calentarlas con la mayor concentración de sol, vida y alegría de su alma. ¿Dónde hay en la vida una sensación mayor que aquella en la que la parte emisora nota que la parte receptora abre sus más íntimos canales para que por ellos corra todo su ser, toda su vida y toda su fuerza? ¿Cuándo es la sensación de "ser uno" con otro ser más perfecta o feliz que en la unión o fusión divina de dos seres al emitir y recibir mutuamente, según su deseo, el ser más íntimo de cada uno? ¿Y dónde es "la imagen y semejanza de Dios" más accesible a los sentidos o manifestada de una manera más perfecta que, precisamente, en esta fusión de los seres en un amor mutuo culminante? Y en el interior de este acto de amor íntimo, ¿no tiene que ser imposible todo tipo de oscuridad, del mismo modo que la noche es imposible cuando hace sol? Sólo allí, donde la profusión de luz del sol puede mantenerse fuera, es la noche la soberana. Y sólo allí donde no se da y no se acoge el amor puede haber "llanto y rechinar de dientes". Allí donde la emisión y la recepción del amor culminan, sólo puede morar el paraíso, la felicidad y la bienaventuranza.
      Como hemos visto, "la concepción" no representa sólo "recepción" de energía, sino que también representa una "emisión" o "entrega" de energía. A esta "emisión" de energía la denominaremos aquí, en "Livets Bog" "sustancia de la vida n.º 8".


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