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La sensación de bienestar o placer a través del ser amado y a través de la naturaleza es idéntica   929. Es cierto que el hombre terreno no siente, naturalmente, la misma fuerza y no tiene la misma experiencia de bienestar a través de las caricias de la naturaleza que a través de las de la persona amada, pero, como ya hemos dicho, esto no se debe a una diferencia en el principio o el tipo, sino sólo a una diferencia de grado entre los dos desencadenamientos de caricias. Una sensación de placer es una sensación de placer, se muestre como se muestre. La diferencia sólo puede estribar en un desencadenamiento más fuerte o más débil de esta sensación. Pero el hecho de que el acto íntimo tenga precisamente lugar con una escala de grados, de un grado menor a uno mayor de placer, le da precisamente a su experimentación detalles o colorido. Sin este colorido sería totalmente "incoloro". No podría aparecer, como es ahora el caso, con ninguna culminación ni ningún despliegue máximo. Un despliegue que fuera eternamente igual no podría representar ningún despliegue "máximo" de este tipo. Pero si no hubiera ningún despliegue "máximo" para la sensación de placer, tampoco podría haber ningún despliegue "mínimo" del acto. Pero si no hubiera ni un despliegue "máximo" ni uno "mínimo" del acto, éste tendría que ser un estado constante. Y el individuo no podría experimentar ni actividad ni descanso en el acto y, por consiguiente, estaría totalmente impedido de poder experimentar "hambre" y "saciedad", "placer" o "bienestar". Pero con ello el valor divino o fuerza vivificadora de dicho acto habría desaparecido totalmente, ya que la sensación de placer o bienestar sólo puede existir exclusivamente como la satisfacción de apetito, hambre o deseo. Pero una vida sin la satisfacción de los deseos, del hambre o el apetito no es ninguna vida. Sólo sería una quietud total, sí, tendría que ser una "nada" como existencia. Pero todos los hechos muestran, claro está, que la vida no es una "nada", sino un "algo". El hecho de que la sensación de placer o bienestar se presenta con grados desde hambre hasta saciedad es, así pues, en realidad lo mismo que el colorido de la vida. La vida se nos revela aquí como una orgía con matices de placer o bienestar, desde las formaciones de sombras más oscuras o más negras que la noche hasta las perspectivas soleadas más brillantes. Entre estos dos puntos extremos camina el ser vivo entre una riqueza inmensa de detalles y sensaciones de alegría con decoraciones que contienen todos los colores más y menos fuertes de la escala.


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