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Sustancia de la vida n.º 7 – "Concepción" o recepción de energía   928. A través de los apartados 824 y 825 de "Livets Bog" hemos visto que la función más íntima de la conciencia del yo consiste en "dar la vuelta" a las energías, y a este "dar la vuelta a las energías" lo hemos denominado "sustancia de la vida n.º 6". En estos apartados y en los siguientes comprendimos, además, que este "dar la vuelta a las energías" es, en realidad, lo mismo que "el principio sexual", y que este principio constituye, por ello, un factor que domina toda la manifestación del ser vivo. Este principio constituye, así pues, un campo de dimensiones mucho más grandes que el aspecto comúnmente conocido de este principio que fomenta la reproducción y subsistencia de las especies. Este efecto fundamental del "dar la vuelta a las energías" por el yo se muestra primero como una "concepción", lo cual quiere decir que el yo tiene primero necesariamente que recibir una energía que viene de fuera, de "X3". En caso contrario no podría hablarse de ningún "dar la vuelta" a ninguna energía. Esta energía se detiene, por lo tanto, en la zona fronteriza entre "X1" y "X2" y se convierte en una pequeña zona de su trayectoria en "quietud" o, por decirlo de alguna manera, en una con "X1", después de lo cual se mueve de nuevo fuera del dominio del yo. Aquí se convierte, así mismo, en un pequeño segmento de su trayectoria en una con "X2", después de lo cual marcada de manera especial por esta "X", sigue su trayectoria hacia afuera, al dominio de "X3". Desde el momento en que la energía se ha puesto en movimiento desde "X3" a "X2", y se le ha "dado la vuelta" por "X1" y, provisionalmente, ha sido colocada en "X2" de nuevo, representa la recepción por el propio yo de una energía que viene de "X3" o del mundo exterior. A esta "recepción" la denominaremos en "Livets Bog" "concepción". Y esta "concepción" constituye, así pues, "la sustancia de la vida n.º 7".
      "Concepción" no es sólo que un ser reciba en su organismo el semen sexual, que va a desarrollarse en un nuevo organismo, sino que es, de una manera absoluta, toda forma de recepción de impresiones sensoriales. Que el ser oiga el zumbido de un pequeño insecto un caluroso día de verano, o que vea el mar azul, los verdes bosques o perciba las olas de calor vibrante y otros fenómenos agradables con los que un día así soleado se manifiesta, o que descanse en los brazos del ser amado en un acto de amor íntimo, el principio en que se basa la experiencia es exactamente el mismo, a saber: una relación íntima de caricias con la naturaleza. Todo acto perfecto de amor sólo son las caricias de la naturaleza llevadas a su culminación. A través de los canales abiertos de sus sentidos, la parte receptora de este acto siente que un torrente efervescente de vida nueva se ha introducido en su cuerpo, se ha introducido en su propio interior, y como una caricia fascinadora vibra en cada una de las fibras de sus nervios para sólo detenerse allí donde ha llevado al individuo a experimentar la culminación del placer dejándolo en una embriaguez de placer, amor estimulante y alegría de vivir.


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