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Por qué el renacimiento o reencarnación es una condición para que la vida siga existiendo   925. Pero, ¿por qué esta drástica separación o repentina suspensión del contacto entre el macroser y los seres-órgano? ¿No hay una solución mejor para los seres físicos que la presunta "muerte"? Y la respuesta es naturalmente ¡no! No existe una solución mejor. Cuando los seres-órgano están cansados de la colaboración con el macroser, y este ser normalmente está, del mismo modo, cansado de la colaboración con los seres-órgano, no puede haber una solución mejor y más perfecta que, precisamente, esta suspensión de la conexión entre las dos partes. ¿De qué aprovecharía que la conexión no cesara? ¿Qué bendición sería que las dos partes "cansadas" estuvieran inseparablemente unidas la una a la otra? ¿No significaría esto lo contrario a la vida y al trabajo y, con ello, lo contrario a enriquecimiento de la conciencia o creación de experiencias? ¿No dormitarían las dos partes en una especie de inactividad ineficaz? Su vida consecutiva tendría que ser una impotencia total. Pero, ¿por qué un estado así cuando la vida puede, precisamente, remediar el problema de un modo mucho más feliz y perfecto para las partes? ¿Por qué interrumpir la experiencia de la vida con un estado de impotencia forzada cuando existen posibilidades de un despliegue de vida eterno, ininterrumpido y totalmente eficaz?
      Como ya hemos mencionado, la espiral de los órganos representa un ciclo más "joven" que la espiral del macroser. Por consiguiente, los seres-órgano pasarán por su ciclo de espiral algo más rápidamente que el macroser. Esto quiere decir, a su vez, que un ser-órgano en cierta manera pasa más rápidamente por los diversos reinos o segmentos de su espiral que el macroser por la suya. El ser-órgano y el macroser no pueden, a la larga, ir juntos. Que puedan, en resumidas cuentas, entrar en contacto e ir juntos una vida terrena concreta se debe, precisamente, al hecho de que la conexión empieza exactamente en el momento en que los seres-órgano se encuentran en un estadio de su espiral especialmente calculado o apropiado que es anterior al estadio que es análogo a aquél en que el macroser se encuentra en su espiral. Después de que ha comenzado la conexión, los seres-órgano van llegando cada vez más al estadio exacto de su espiral, que es análogo al estadio de la espiral del macroser en que éste se encuentra, para luego pasarlo totalmente. En el periodo en que los seres-órgano pasan el estadio de su propia espiral análogo al del macroser, culmina la conexión o unión entre el macroser y los seres-órgano. La colaboración se encuentra aquí en su estadio máximo y más perfecto. Antes de alcanzar este momento la colaboración aumenta en fuerza y perfección. A este aumento del despliegue de vida lo llamamos "crecimiento". Comienza con la formación del embrión y del feto y es la base del crecimiento del macroser a través de la infancia, juventud y hasta la edad adulta. Este último estadio de conciencia expresa, por consiguiente, el punto de intersección culminante de la relación entre el macroser y los seres-órgano. Pero los seres-órgano continúan su paso por su espiral a un ritmo cada vez más rápido y, por lo tanto, se adelantan gradualmente en ella a los estadios análogos del macroser en su espiral o a lo que constituye el punto de intersección culminante de la relación entre los dos seres. Pero luego el contacto que hay en su relación o colaboración se debilita cada vez más. Y este debilitamiento creciente es lo que, como ya hemos mencionado, se nos muestra en forma de "vejez". Esta "vejez" creciente se debe al hecho de que los seres-órgano se han adelantado en su espiral al macroser y se encuentran en un estadio que ya no es totalmente análogo al del macroser en su espiral. Que esto tiene que dar lugar a divergencias en la relación o colaboración es, naturalmente, obvio. En el momento en que, precisamente, los seres-órgano van en su espiral más allá de los estadios que son análogos a los del macroser en su espiral, se acercan, claro está, al reino siguiente de su espiral y son influidos cada vez más por los principios de vida de éste. Como el macroser, cuyo paso por la espiral tiene lugar a un ritmo más lento, no puede seguirlos, los seres-órgano y el macroser representarán cada vez más su reino o segmento especial en las espirales. Cuando el hombre terreno, así pues, envejece, esto significa que sus órganos han pasado los estadios de su espiral que son análogos a los estadios de la espiral del hombre terreno. Esto significa, a su vez, que los seres-órgano han avanzado más en dirección al "auténtico reino humano" que el hombre terreno. De este modo, serán cada vez más ineptos para llevar a cabo o desencadenar funciones orgánicas para el hombre terreno, al mismo tiempo que, de modo correspondiente, son cada vez más aptos para desencadenar funciones orgánicas para un "hombre auténtico". Es un hecho que como consecuencia de esto no pueden seguir siendo los órganos ideales para el macroser u hombre terreno, con el que en este momento están unidos. Pero si su relación con este hombre terreno no pudiera interrumpirse, el hombre terreno o macroser se vería obligado a tener órganos que, poco a poco, serían totalmente inservibles, del mismo modo que los seres-órgano se verían obligados a estar encarcelados en un macroser en el que para ellos ya no existiría tampoco ninguna condición para un despliegue perfecto y legítimo de la vida.
      Que esta interrupción es, por consiguiente, una condición absoluta para la persistencia de la vida, tanto para los seres-órgano como para el macroser, se muestra aquí como una realidad inalterable. Esta interrupción es, así pues, lo mismo que el proceso que llamamos "muerte". En virtud de "la muerte" el macroser está en condiciones de cambiar sus seres-órgano, del mismo modo que estos seres pueden tener la posibilidad de cambiar el macroser, cuando las condiciones y ventajas para ello se dan de manera apropiada. Que durante este cambio los seres no pueden manifestarse de una manera directa físicamente es, por supuesto, obvio, ya que esta forma de manifestación es soportada por los seres-órgano. Los seres, en este periodo, tienen que presentarse entonces en un estado "no físico", que es lo mismo que la denominada existencia "espiritual". En esta existencia espiritual la conciencia es soportada por un correspondiente organismo espiritual formado por órganos y materias espirituales. La vida eterna del individuo se forma, de este modo, como una aparición cambiante en una existencia física y espiritual. Y a esta aparición cambiante en materia física y espiritual la llamamos "reencarnación" o "renacimiento".


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