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Cuando el ritmo de hambre y saciedad del macroser no coincide con el ritmo de hambre y saciedad de los seres-órgano   924. Como aquí hemos visto, los seres-órgano constituyen un fenómeno de tal importancia y que soporta tanto en el organismo del macroser que no pueden, como era el caso con los seres-átomo y los seres-célula, ser reemplazados sin ninguna molestia para el organismo o sin detener su manifestación. El ser no puede, así pues, reemplazar su corazón, cerebro, pulmones u otros órganos sin que no sea, precisamente, por medio de la presunta "muerte". Por esto, el tiempo que un ser puede entrelazar a los seres de sus órganos con él y usarlos como ayudantes orgánicos en su experimentación de la vida es muy limitado. El tiempo, durante el cual estos seres-órgano pueden unirse a un macroser, es el periodo de tiempo que llamamos una vida terrena. La vida terrena, física de un ser está determinada, en cierta manera, por el tiempo de vida o ritmo de hambre y saciedad de sus órganos. Normalmente el ritmo de hambre y saciedad, con respecto al disfrute de la vida del propio macroser, coincide con el ritmo de hambre y saciedad de sus órganos y se desencadena en el mismo periodo de tiempo. Y este ser experimenta su vejez como un "estar saciado y sentirse satisfecho de lo vivido". Sin embargo, a causa de una actitud equivocada para con las leyes de la vida, debido a superstición o ideas falsas, puede surgir la anormalidad de que el ritmo del macroser no esté en absoluto en contacto con el ritmo de sus seres-órgano. Por ejemplo, a veces desea morir mucho antes del inicio de su vejez y, en el peor de los casos, se suicida; del mismo modo puede encontrarse en una situación en que no quiere de ninguna manera morir, es más, tiene un verdadero terror al fin de su vida física, a pesar de que ya hace tiempo que ha empezado a gemir y lamentarse con los contratiempos de la vejez o creciente abandono de los seres-órgano. Pero esta calamidad se produce sólo en situaciones en que el ser, como hemos dicho, sucumbe ante falsas ideas o ignorancia total sobre la naturaleza verdadera y eterna de la vida. Normalmente el ritmo de los órganos coincide con el ritmo de los núcleos de talentos propio del macroser, situación en la que, por consiguiente, éste se siente totalmente feliz en todos los estadios de su edad, tanto en la vejez como en la juventud.


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