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Por qué no podemos conservar eternamente nuestro organismo físico actual   922. Cuando toda "materia" o "sustancia" está, de este modo, formada por seres vivos, y el estado de vibración o despliegue de energía característico que aparece en la sustancia son funciones de vida, involución y evolución o ciclo de espiral para estos pequeños individuos, del mismo modo que nuestras propias funciones de vida y despliegue de voluntad son ciclo de espiral para nosotros, es evidente que no podemos conservar eternamente las materias o sustancias de que nuestros organismos están construidas. Como el ciclo de espiral de los microseres transcurre mucho más rápidamente que nuestro propio ciclo, esto significa que ningún contacto, por bueno que sea, entre la creación de organismo del yo y la sustancia o materia, por medio de la que es mantenido, puede seguir manifestándose ininterrumpidamente. Como el conjunto del organismo está construido de materias, que representan seres vivos de ciclos de espiral muy distintos, se puede comprender que el contacto total entre estos distintos seres vivos o estas diversas formas de vida de un organismo sólo puede durar un periodo de tiempo muy limitado. Este periodo está constituido por el tiempo en que cada forma de vida principal del organismo pasa un segmento de su espiral que, más o menos, corresponde al segmento de la espiral que el organismo del propio origen representa en su espiral. Los órganos más importantes, tales como corazón, cerebro, hígado, pulmones, etc. forman parte de tales formas de vida principales del organismo. Como en principio constituyen formas de vida, son seres vivos, también están sometidos al ciclo de la espiral. Pero como son de ciclos de espiral "más jóvenes" que el que el origen del organismo representa, el fenómeno "tiempo" será para estos seres, de manera correspondiente, distinto del de dicho origen. Un periodo de tiempo que para el origen del organismo es, por ejemplo, 70 años, significará, por consiguiente, para uno de los órganos vitales una manifestación mucho más larga o grande de tiempo. Y para órganos del organismo que pertenecen a un ciclo todavía más joven, 70 años del macroser pueden significar cientos, es más, miles de años, y así de manera creciente cuanto más descendamos en las microespirales. Que la vida terrena normal de los seres es de duración muy distinta es un hecho evidente. Si nos imaginamos un ser cuya vida física normal sólo es de un día, 24 horas, este ser, por consiguiente, vivirá en principio tanto su infancia, juventud, madurez y vejez a lo largo de estas 24 horas. Para hacer la misma experiencia el hombre terreno tiene que usar unos 70 años. Como un espacio de tiempo así asciende a unos 25.500 días, esto quiere decir que el ser que vive un día vive su vida terrena 25.550 veces más rápidamente que un hombre terreno. Que el tiempo es algo muy distinto para un ser así que para un hombre terreno es aquí obvio. Pero de la misma manera, el tiempo también es algo distinto para los órganos de nuestro organismo que para nosotros. Que esto no puede dejar de dar lugar a efectos visibles en nuestra manera de mostrarnos y en nuestra manifestación se da, naturalmente, por descontado. Y tanto todo el principio de la reencarnación como nuestra experimentación de los estadios de la vida: infancia, juventud, madurez y vejez dependen de estas formas tan distintas entre sí de experimentar el tiempo que tienen los seres. Pero del mismo modo que ningún ser, sin estas distintas formas mutuas de experimentar el tiempo, podría aparecer como niño o adulto, como viejo o joven, "el nacimiento" y "la muerte" serían también algo totalmente imposible y, por consiguiente, toda forma de manifestación estaría descartada.


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