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Nuestros análisis en "Livets Bog" y las grandes verdades del redentor del mundo y de la Biblia   920. Y con esto hemos terminado nuestra constatación del contacto pleno o la armonía total de nuestros análisis con el principio mismo de la redención del mundo. Así hemos visto que nuestros análisis sobre la reencarnación y la transformación de la humanidad, y la consiguiente transformación sexual, tienen una resonancia total en la propia conciencia cósmica del más profundo origen del cristianismo. Cuando aquí, en "Livets Bog", le contamos al lector o investigador sincero que con su actuación desencadena hoy las causas cuyos efectos serán determinantes para su destino en vidas futuras, ¿no es esto una explicación lógica de las palabras de Cristo: "Le pagará a cada cual según sus actos"? Cuando así mismo le hemos mostrado al investigador cómo los principios matrimoniales del hombre terreno están degenerando debido a la transformación de la constelación de los polos, y cómo de esta transformación han comenzado a surgir crecientes disposiciones en el ser de amar a su propio sexo, ¿no es esto la confirmación intelectual de las declaraciones de dicho ser sobre "el reino de los cielos" que está creciendo y, al igual que un grano de mostaza, desde una pequeña semilla puede crecer y convertirse en un gran árbol? Y esta degeneración, ¿no confirma el desmoronamiento del "tomar en matrimonio" que no se practica en dicho reino? Y la creciente simpatía por los seres del propio sexo, ¿no es, precisamente, el incipiente desarrollo de la facultad de amar a todos como a uno mismo, que sólo puede ser el cumplimiento del gran mandamiento de amor al prójimo que es "el cumplimiento de toda la ley"? Y todo este gran proceso creador, que ha transformado la Tierra de un caos de fuego llameante e hirviente en el magnífico planeta templado de rico colorido, que hoy tiene terminado el sobreabundante almacenamiento de todos los recursos para la vida y de todas las posibilidades de producción, de donde puede surgir "el reino de los cielos" acabado y convertirse en una realidad en la Tierra, ¿no da totalmente vida al gran mandamiento de la Divinidad: "Hágase la luz" y lo confirma? ¿No es esta misma luz la que empieza a brillar en el propio horizonte interior de la humanidad en forma de su anhelo de verdadero humanitarismo o cultura intelectual? La paz y, con ella, el amor, ¿no son los supuestos fines deseados tras todos los despliegues de lucha o guerra de las grandes potencias? Y este anhelo, ¿no se hace cada vez más intenso cuanto más la brutal mano de la guerra lo transforma todo en montones de escombros, invalidez y carroña hedionda? ¿Hay alguna otra forma de desencadenamiento de fuerzas que pueda mostrarle al individuo incrédulo o ignorante de una manera más rápida y realista el valor del amor al prójimo o cómo se desarrolla la vida cuando éste falta totalmente? ¿No tienen que hablar los experimentos allí donde las teorías no son suficientes? ¿No tienen que hacerse las experiencias allí donde el habla del sacerdote es demasiado débil? ¿No son las experiencias las que tienen que dar nueva luz a los púlpitos? Cómo tendría, si no, que convertirse la luz en realidad. Sin experiencia o vivencia de la oscuridad, es decir, sin una experimentación real de lo contrario a la luz, ésta sería una simple teoría, indiferentemente de lo mucho que se practicase o se mostrase como conciencia habitual en nuestra vida cotidiana. Una experiencia sólo se convierte en un hecho allí donde de una manera puramente práctica y en el mismo grado podemos distinguir los contrastes de que está formada. Al resultado de este distinguir entre los contrastes de una cosa lo llamamos un "análisis". Donde este análisis es un producto de nuestro conocimiento perfecto de todos los contrastes de una cosa, el análisis es un conocimiento o una ciencia irrefutable para nosotros. En el mismo grado en que difiere de esto, y necesitamos conocimiento de uno o varios de sus contrastes, en este grado la cosa constituye un "misterio" para nosotros.
      Como la luz, es decir, la vida verdaderamente perfecta y auténtica también es una "cosa" formada por contrastes, aquí también será necesario experimentar, de entre todos los contrastes, los que dirigen o soportan, tanto los desagradables como los agradables. En caso contrario, nuestra propia vida, nuestra propia aparición en el universo seguiría siendo "el misterio" que hoy es, precisamente, para millones de hombres terrenos. Hemos visto cómo estos seres viven con las ideas del Dios "encolerizado", "la perdición eterna", "el infierno eterno", "los salvados" y "los condenados", al mismo tiempo que con su ignorancia de las verdaderas leyes de la vida sexual fuera de lo puramente animal, es decir, lo puramente relacionado con el apareamiento y la reproducción, y cuyas leyes formuladas, por buenas, necesarias y benditas que sean precisamente en este campo de la reproducción, son puras camisas de fuerza mentales para los seres, cuya disposición sexual ya ha comenzado a ser transformada por el proceso de creación para otra misión, para otra prestación en el gran proceso de la vida misma.


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