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El dominio del hombre terreno todavía no corresponde al dominio del planeta Tierra, pero está en el crisol   909. ¿Y dónde empiezan, por lo demás, el estado de oscuridad antes citado o los sufrimientos y lamentos de los hombres? Antes de este estado, ¿no ha pasado un periodo de tiempo tan inmenso de creación perfecta que el periodo de tiempo en que el hombre, en resumidas cuentas, ha aparecido en este proceso es tan efímero que no se puede tener en consideración? ¿Qué significan unos pocos millones de años de la existencia humana al lado de los miles de millones de años de acción creadora de la naturaleza? ¿Cuánto tiempo ha existido la facultad del hombre terreno de pensar en relación con la transformación del planeta desde el estado de fuego hasta su actual manifestación habitable? ¿No se ha comprobado ya científicamente que la existencia del hombre en la arena de la Tierra sólo se puede considerar un tiempo microscópico, al lado del océano de tiempo que la Tierra representaba cuando los primeros organismos elementales de hombre comenzaron a mostrarse por su superficie? En todo caso es un hecho que la historia del hombre en el planeta actual es absolutamente lo último nuevo en la gran transformación de la Tierra. Si contemplamos los otros fenómenos del mismo proceso, por ejemplo, el estadio actual de la Tierra, su estructura, clima y superficie, vemos que estos fenómenos son mucho más perfectos o muestran una armonía mucho más radiante que la que se deja sentir en el dominio del hombre terreno. Mientras la Tierra misma está tan totalmente evolucionada o definitivamente creada en su evolución, que ahora está dotada de una inmensa cantidad de posibilidades para poder cumplir todas las condiciones que se requieren para hacer de su esfera o zona una vivienda alegre y feliz, sí, un "reino de los cielos" para todos los hombres terrenos, el primer dominio citado está, en cambio, tan inacabado que todavía no corresponde a este estado del planeta Tierra. Así pues, vemos aquí dos dominios particulares: el de la Tierra y el de la humanidad. El primero muestra armonía, el otro desarmonía. ¿Por qué representa el uno armonía y el otro desarmonía? ¿No creen que se debe a que el uno está definitivamente creado, ha llegado a la finalidad del plan, mientras que el otro aún no está totalmente creado y, por consiguiente, aún está en el crisol? ¿Qué otra razón tendría que haber? ¿No creen que el último dominio, a saber, el del hombre terreno, será llevado a armonizar con el primero, el de la Tierra? El proceso creador, ¿no va, precisamente, en esa dirección? El deseo de la fusión armoniosa de los dos dominios o la conexión del uno con el otro, ¿no es el objetivo más profundo y el anhelo más íntimo tras cada pensamiento humano terreno? ¿No es esta fusión armoniosa del dominio de los individuos y del de la Tierra la que los profetas, los sabios o los mayores representantes de la humanidad incitan a sus seguidores a servir estimulándolos a desarrollar el amor al prójimo en ellos, que en realidad es lo mismo que lo que, con una expresión más moderna, llamamos "humanitarismo"? ¿No es este mismo humanitarismo lo que cada partido político actual, cada asociación, secta o sociedad religiosa alega ser el objetivo de sus aspiraciones? Sí, ¿no es también así con todas las potencias beligerantes? ¿Qué potencia se atreve hoy a reconocer abiertamente o a decir que lucha por otra cosa que no sea, precisamente, este "humanitarismo"? Cada ley, cada sistema judicial, cada cárcel o centro correccional, ¿no se ha creado así mismo en nombre del "humanitarismo"? ¿Y qué es entonces el "humanitarismo" o "amor al prójimo"? ¿No es lo mismo que la manifestación de la comprensión y la práctica de la verdadera justicia o del auténtico derecho humano para cada individuo, cada estado, cada nación?


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