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El hambre y la saciedad mental que se manifiestan en el ser revelan que su mentalidad no puede de ninguna manera haber empezado en una sola vida, y que es igual de imposible que termine su camino en esta vida   903. Pero, ¿cómo podría, por lo demás, una escala o escalera así con peldaños o grados ascendentes existir si no hubiera crecimiento? ¿Y de qué servirían todas las experiencias con que los hombres se han enriquecido poco a poco a través de aciertos y contratiempos? ¿No es un hecho para un hombre normalmente dotado que los seres pueden, precisamente, crecer desde el punto de vista mental? ¿Para qué, si no, toda la enseñanza escolar, para qué todos los millones de libros que se imprimen alrededor del mundo? ¿No sucede, acaso, que cada hombre terreno con sus experiencias y vivencias se encuentra literalmente en medio de la enseñanza y, de este modo, en crecimiento desde la cuna hasta la sepultura? ¿Y no llena cada hombre terreno con su estándar provisional un eslabón intermedio que, por lo demás, falta entre los eslabones mentales que se encuentran por debajo y los que se encuentran por encima de su estándar? ¿Y no tiene, precisamente, una cierta repulsión hacia los peldaños subyacentes, al mismo tiempo que tiene un cierto anhelo de poder manifestar los peldaños superpuestos? ¿Por qué no es a la inversa? ¿Por qué hay, en resumidas cuentas anhelo y repulsión? Si la vida física del ser es absolutamente lo único que éste ha experimentado, no puede haber tenido nunca nada que ver con los peldaños subyacentes. Pero entonces, ¿cómo puede tener una repulsión innata hacia algo que no ha experimentado? Es un hecho que nos sentimos inevitablemente atraídos por todo lo que no hemos experimentado y no tenemos en nosotros como experiencia vivida. ¿No aspiraban los hombres a llegar a los polos hasta que éstos fueron descubiertos y recorridos? ¿No aspiran cada día los investigadores a ir a terrenos desconocidos de la superficie de la Tierra, situados a muchas leguas de distancia, atravesando océanos, subiendo a las cimas de las montañas y descendiendo al interior de la Tierra? ¿No hay en los laboratorios miles de investigadores sentados ante microscopios y mirando incansablemente en el microcosmos para satisfacer su ansia de saber en campos que no conocen? ¿Y no sucede lo mismo tras los grandes telescopios de los observatorios? ¿No dirigen aquí miles de ojos su aguda mirada a los grandes misterios del macrocosmos para vivir allí aventuras desconocidas? Este mirar tan agudo, ¿no se encuentra en su despliegue más grande de fuerza o culminación en los campos en que se espera algo "nuevo", y no está relajado o ha cesado totalmente donde se es "veterano en el oficio" o se conoce todo por dentro y por fuera? ¿Creen que hoy hay algún hombre civilizado, normal y competente que desee ser bosquimano, pigmeo, por no decir mono u otra forma de manifestación primitiva con respecto a su propio nivel de vida actual? ¿No aspiran todos a avanzar hacia adelante, hacia algo más alto, algo más perfecto? No aspiramos, así pues, a lo que, con respecto a nuestro peldaño actual, es menos perfecto. ¿No encontramos, de este modo, aquí los dos principios que soportan la vida, el hambre y la saciedad? La repulsión de los seres por los peldaños primitivos con respecto a su estándar actual, ¿no muestra una saciedad? Y la atracción que incansable y enérgicamente nos atrae hacia campos o fenómenos que no conocemos, ¿no es un hambre correspondiente? Estos dos principios que viven en nosotros son, así pues, en gran medida una prueba de que estamos sometidos a un crecimiento que no tiene en absoluto su principio ni su final en nuestra vida actual. En virtud de nuestra repulsión hacia los peldaños mentales subyacentes a nosotros revelamos que estamos saciados de estos peldaños, del mismo modo que la inevitable atracción o seducción por peldaños superpuestos revela un hambre innata en nosotros de estos peldaños. ¿Y no es, precisamente, esta hambre y saciedad nuestra lo que nos mantiene sujetos o nos coloca en nuestro peldaño o campo particular en la escala conjunta de crecimiento? ¿No creen que este anhelo innato de los seres de lo más perfecto y esta repulsión por lo menos perfecto, y que hace que el ser inevitablemente esté en crecimiento, es un eslabón de uno de los planes particulares del sistema del universo con respecto al ser vivo? Si el ser sólo vive una única vida física terrena, ¿a quién aprovecha, entonces, esta necesidad innata de crecimiento que se encuentra en dicho ser? Se siente atraído por formas superiores y más perfectas de vida, tiene hambre de conocimiento y de la solución del misterio de la vida. Y por medio de los redentores del mundo, los profetas y los sabios recibe una profusión de instrucciones sobre lo que tiene que hacer para ser bienaventurado, es decir, para alcanzar el objetivo de sus anhelos. Pero la observación de estas instrucciones es tan amplia y difícil, que dicha observación o cumplimiento es totalmente imposible en un periodo de tiempo tan corto como el que una vida terrena representa. Sí, ¿no sucede, así pues, que grandes aflicciones y sufrimientos incluso acortan esta vida "única" de millones de seres? El estado perfecto o el cumplimiento de los hermoso ideales deseado es, por consiguiente, algo imposible para miríadas de seres.


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