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La actitud altamente diferente de los seres para con su entorno revela un desarrollo mental que, por lo demás, es modelado por las prescripciones e ideales del redentor del mundo y los profetas   902. Como es sabido, es altamente diferente lo que cada hombre tiene corazón de hacerle a su prójimo o a su entorno. Algunos tienen corazón de vengarse, mutilar y matar a otros seres o, de otro modo, ser una molestia e inconveniente para su entorno, mientras otros no tienen de ningún modo corazón para causar la más mínima molestia a ningún hombre ni a ningún animal, no pueden ver que sean objeto de sufrimiento en ningún campo, sino que en cada situación estarán totalmente llenos del deseo de mitigar los sufrimientos, el dolor y las fatigas de otros seres, es más, ni siquiera tienen corazón para recoger flores, porque en ello ven una cierta forma de mutilación del organismo mismo de la planta. Hay que suponer que es un hecho general que tiene que haber una facultad tras las actitudes tan distintas de estos hombres terrenos para con sus semejantes y la demás vida de su entorno. Que estas actitudes distintas, cada una según su naturaleza, pueden disponerse en una escala o escalera desde un grado o peldaño menor, ascendiendo sucesivamente hasta un grado o peldaño cada vez mayor, representando el hecho de no tener corazón de causarles a otros seres molestias ni sufrimientos, también forma parte de lo que no se puede de ninguna manera desmentir. Toda nuestra evaluación del grado de perfección de nuestros semejantes se basa, precisamente, en esta escala. A los seres los consideramos, claro está, más primitivos o inhumanos cuanto más representen los grados que expresan venganza, persecución, matanza y mutilación de otros seres, mientras que lo contrario sucede con respecto a los seres que representan grados del otro extremo de la escala o escalera. Cuanto más representen los seres los grados de la escala o peldaños de la escalera en que sólo se tiene corazón para desplegar humanitarismo, y no se tiene corazón de causarles a otros seres dolor y preocupaciones y, por ello, en mayor o menor grado se prefiere tomar sobre sí los sufrimientos, los consideramos y mencionamos como más evolucionados. Sí, estos grados de la escala, ¿no son precisamente la base de la creación de cultura de toda la humanidad? ¿No son estos grados los que se ponen como ideales de las religiones evolucionadas? ¿No son estos grados los manifestados por Cristo, Buda y otros de entre los supremos guías de la humanidad, cuya autoridad ha sido confirmada a lo largo de milenios? ¿Y no es, acaso, la manifestación de estos grados la que libera del "fuego del infierno"?
      Pero cuando las religiones más evolucionadas con sus grandes fundadores o redentores del mundo, que por sí mismos representan estos grados humanos o llenos de amor, sólo viven para indicarles a todos sus semejantes menos perfectos estos grados como su "salvación" del "fuego del infierno", su liberación del dolor y los sufrimientos, estos seres colaboran en la confirmación o corroboración de que todos estos grados expresan un crecimiento en el que el hombre terreno se encuentra. Si no fuera así, las indicaciones o prescripciones de estos redentores del mundo o profetas carecerían, claro está, de sentido y, por consiguiente, serían totalmente anormales. Y sólo los necios pueden atreverse a negar las palabras de estos seres, que milenios no han podido eludir con explicaciones, sino que, al contrario, las han convertido en un hecho y ciencia para el investigador evolucionado.


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