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"El infierno" es el camino hacia "el reino de los cielos"   900. Pero satisfaciendo los deseos perniciosos (disfrute del árbol de la ciencia), y con los sufrimientos relacionados con ello, el individuo se enriquece con experiencias, se llena de conocimientos y sabiduría, de modo que finalmente conoce la diferencia entre deseos pernicioso y no perniciosos. Y con este conocimiento se acostumbra poco a poco a buscar satisfacer los deseos no perniciosos y, por consiguiente, justos y se convierte en bienaventurado. Lo que denominamos "infierno" sólo son efectos de la satisfacción de los deseos perniciosos por el individuo. "El infierno" equivale, así pues, a la enseñanza que el individuo recibe sobre lo verdadero y lo falso, lo real y lo imaginario, lo normal y lo anormal, el bien agradable y el bien desagradable, en pocas palabras, "el infierno" es una realidad por medio de la que se experimenta la más alta sabiduría y se convierte en conocimiento en la conciencia del ignorante. Como aquí vemos, sin "infierno" ninguna sabiduría y, por consiguiente, ninguna conciencia, ninguna vida. "El infierno" y "el reino de los cielos" sólo son, así pues, en un sentido absoluto las últimas consecuencias de la ley de causa y efecto. Y así comprendemos mejor la referencia del redentor del mundo al "fuego del infierno" cuando se trataba de seres que todavía eran muy imperfectos, seres a los que les faltaban en muy alto grado experiencias personales prácticas de la realidad y autoridad del mandamiento del amor al prójimo. ¿A qué tenía si no que remitir a tales seres? La enseñanza teórica, es decir, las experiencias de otros seres no son, claro está, en casos así suficientes. Sólo las experiencias hechas por uno mismo serán aquí satisfactorias. Cuando el redentor del mundo usa la expresión "culpable ante el fuego del infierno", esto no es en absoluto expresión de cólera ni enojo, ni se remite a ningún castigo o acto de venganza por parte de la Providencia o Divinidad, al contrario, la expresión equivale a remitir a la única salvación que existe para la evolución ulterior, para la adquisición de conocimiento o sabiduría de este ser, y sin lo cual tendría que permanecer en su estadio transitorio oscuro y primitivo, sí, tendría que estar totalmente fuera del gran ciclo que aquí, en "Livets Bog" llamamos espiral evolutiva.
      De este modo "el infierno" es, en realidad, el camino al "reino de los cielos". Sin este "camino", los animales salvajes serían eternamente animales y los hombres terrenos, que a grandes rasgos quiere decir: ladrones, asesinos o estimuladores de guerra y mutilación, seres que matan, tendrían que permanecer eternamente en sus oscuras tradiciones, permanecer en su esfera oscura, dejando aparte que toda vida y, por consiguiente, la existencia del mismo universo serían imposibles. Dado que "el infierno" o "fuego del infierno" es, de este modo, una enseñanza sobre la conducta perfecta, es una experiencia personal de cómo no hay que vivir la vida, es un fenómeno que entra inevitablemente en función en todos los casos, indiferentemente de que la manera equivocada de actuar del individuo sea en algo grande o pequeño, y lo alecciona con respecto a sus equivocaciones y así, con el brillante resplandor del alto intelectualismo, hace desaparecer de su conciencia y de su ser la falta de intelectualismo o doloroso primitivismo que representan las equivocaciones, no es tan extraño que el redentor del mundo remita a este fuego en las situaciones en que los seres representaban esta falta de intelectualismo en un grado tan extraordinario, que no podían ser enseñados por medio de su conocimiento o no estaban en condiciones de aprender de las experiencias de otros. Remitirlos a él es, así pues, un fenómeno igual de normal y amoroso que todo lo que se consideraba como "milagros".


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