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La duda y la incredulidad son un fenómeno natural y no se le pueden achacar a nadie   884. Que estos dos conceptos, "el cielo" y "el infierno", no son ninguna respuesta intelectual a dicha pregunta, sino únicamente dos fórmulas del más alto misterio de la vida satisfactorias para seres no intelectuales es un hecho, debido a que estas fórmulas no pueden seguir satisfaciendo lo que los seres le exigen a la respuesta a esta pregunta. Es un hecho que cuanto más enseñanza científica o más conocimiento intelectual adquieren los seres con respecto a los fenómenos accesibles para los sentidos físicos, mayor escepticismo tienen para con "el cielo" y "el infierno". Cuando los seres pueden evolucionar con respecto a la respuesta a una pregunta, de modo que esta respuesta ahora ya no puede seguir siendo la solución a dicha pregunta, tiene que haber algo que no funciona en los seres o en la respuesta. Como el hecho de que los seres evolucionen y adquieran mayor conocimiento de los problemas de la vida es una consecuencia directa de la rotación de la Tierra sobre sí misma y su órbita alrededor del Sol, y de todos los fenómenos relacionados con ello, esta relación no puede alterarse sin alterar la relación mutua entre el Sol y la Tierra en un grado tal que la evolución sería imposible. ¿Quién puede hacer esto? ¿Puede un hombre oponerse a la órbita del Sol y de la Tierra en el universo? Pero si no puede, su evolución tiene que estar en contacto con el origen de las fuerzas que dirigen el orden del universo o la órbita de los planetas. Cuando la evolución de los seres es, así pues, un eslabón del ciclo de los planetas y, por consiguiente, se puede hacer remontar a estar determinada por el origen de este ciclo, esta evolución y la consiguiente duda o incredulidad no pueden ser ningún "pecado" ni se le pueden achacar al individuo. Que los seres se vuelvan incrédulos es, así pues, un fenómeno tan natural como la ley de la gravedad o la llegada del día y de la noche, del verano y del invierno. Perseguir a los incrédulos y, de este modo, obligar a los seres a mantener ideas que, en realidad, se les han quedado pequeñas va contra el mismo ciclo de la vida, va contra la misma marcha del universo. ¿No creen, acaso, que amenazar con "perdición eterna" o condenar a los seres a una estancia permanente en "el infierno", porque están vinculados a un fenómeno que se debe a la órbita de los astros, es más "pecaminoso"?


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