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Los conceptos "cielo" e "infierno" sólo son dos fórmulas con las que provisionalmente se satisface la pregunta de los individuos que dice: "¿Adónde vamos después de la muerte?"   883. Antes de continuar, vamos a tomar nota de que el redentor del mundo todavía subraya de nuevo que "el cielo" y "el reino de los cielos" no son la misma esfera. Dice: "La volunta de mi Padre que está en los cielos". No dice: "La voluntad de mi Padre que está en "el reino de los cielos", cosa que habría sido lo único correcto si estos reinos fueran idénticos. "Los cielos" constituyen, en este caso, las seis esferas de la espiral juntas, mientras que "el reino de los cielos", precisado de una manera más concreta, es la continuación intelectualizada de la existencia física del hombre terreno. Como la Divinidad no puede localizarse en una simple esfera o zona, sino que tiene su morada en todas las zonas, la denominación de "cielos" por Cristo como morada de la Divinidad es totalmente correcta. Pero el hombre terreno no iniciado no puede comprender con sus sentidos físicos que un ser se encuentre en todas las esferas simultáneamente. Un ser así es para dicho hombre terreno un ser "que está en el cielo" o "los cielos". La Divinidad se convierte, de este modo, para este individuo en un ser que, hasta un cierto grado, se encuentra en el mismo estado en que el hombre terreno o los seres físicos se encontrarán después de haber "muerto" o haber abandonado sus cuerpos físicos. Que el hombre terreno conciba a la Divinidad y a los "muertos" como presentándose en la misma forma de existencia "espiritual" o estando en "el cielo" es, por consiguiente, bastante natural. De este modo comprendemos aquí porqué generalmente se habla de la Providencia como de "Dios en el cielo", y se ubica a "los muertos" en el mismo lugar. "Los cielos" sólo es así pues, en realidad, la denominación común con que los seres creyentes no iniciados designan una forma de existencia presuntamente normal o perfecta más allá de su existencia física actual o vida terrena. Y, así mismo, los seres relacionan "el infierno" con una forma de existencia no física o "espiritual". Las expresiones "cielo" e "infierno" son, así pues, en realidad dos fórmulas con que estos no iniciados cubren por el momento su pregunta más profunda: ¿"Adónde vamos después de la muerte"?
      Conciben a sus semejantes formando dos categorías: "los buenos" y "los malos", que quiere decir "los salvados" y "los condenados" respectivamente. Que estas categorías no puedan tener el mismo destino o no puedan estar en el mismo lugar tras la muerte lo conciben como algo natural. Que ambos grupos tienen que morir es, claro está, un hecho. Según su noción de las cosas, su posterior destino tras la muerte no puede, por consiguiente, ser de una naturaleza física, sino que tiene que ser de una naturaleza "espiritual". "El cielo" cubre, así pues, por el momento su concepto temporal acerca de "la residencia espiritual" de "los buenos" tras la muerte, mientras que "el infierno" cubre su concepto, así mismo por el momento, acerca de la residencia de "los malos" o "condenados" más allá de la muerte.


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