Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(639-1052) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

El redentor del mundo distingue entre "reino de los cielos" y "cielo"   874. Si no fuera precisamente una existencia física futura a lo que el redentor del mundo hacía alusión, ¿qué pasa entonces con el concepto "justicia"? ¿Existe en el cielo alguna forma de "justicia? Si sus habitantes, "los ángeles", son espíritus que sirven a aquellos que heredarán la gloria, ¿pueden ser "bandidos" llenos de "injusticia" o "pecado"? ¿Creen que el redentor del mundo viene a la Tierra para crear perfección en "el cielo"? Cuando todos los sabios más grandes del mundo exhortan incansablemente al amor al prójimo y lo estimulan por todas partes, en cualquier lugar al que lleguen, y se trate de lo que se trate, ¿no creen que sea para transformar la existencia física del hombre terreno, para que se convierta igual a la de "los ángeles del cielo"? ¿No se dice en el Padrenuestro "Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el cielo"? ¿No hay que creer que esto es, precisamente, para introducir el estado de "los ángeles" y del "cielo" en la Tierra o zona física? Y esta introducción o crecimiento de este trabajo, ¿no es lo que Jesús expresa como un "grano de mostaza" que poco a poco se convierte en un árbol grande y poderoso…? Y este árbol, ¿no era precisamente "el reino de los cielos"? ¿No confirma el redentor del mundo con esta divina parábola que este reino sólo llega a ser algo por medio de crecimiento? Este crecimiento, ¿puede ser otra cosa que entrenamiento, experiencias y experimentación? ¿Y de qué serviría la enseñanza y la instrucción moral de los sabios si no estuviera calculada para enlazarse con el estado en que el individuo se encuentra con respecto a sus experiencias o vivencias prácticas? El crecimiento que manifiesta la mentalidad de este individuo, que ha tenido lugar por medio de su estado de vivencias o experiencias, ¿no es acaso lo que llamamos "evolución"? La creciente sedimentación de conocimiento moral y humanitarismo en la conciencia debido a la evolución del individuo, ¿no es lo que Cristo llamó "reino de los cielos"?
      No es nada extraño que Cristo, con respecto al perfeccionamiento de este reino, tuviera que remitir a "nacer de nuevo" y al encuentro, en un tiempo posterior, con "el intercesor, el espíritu santo". Y no es nada extraño que distinga entre "cielo" y "resurrección" y subraye estas dos realidades como dos reinos o formas de vida distintas. Sabía evidentemente que "el cielo" era el estado necesario y especial en que cada individuo tiene que encontrarse cuando su cuerpo físico, o bien a causa de la vejez o de lesiones, ya no está en condiciones de ser un instrumento útil para la manifestación física del ser y, por consiguiente, se separa del yo y de su supraconciencia por medio del proceso que llamamos "muerte". Que tiene que estar en este estado hasta que su yo, por medio de su supraconciencia, su elemento de destino y sus núcleos de talentos, esté en condiciones de crearse un nuevo cuerpo físico, también es algo que Cristo tenía perfectamente claro. Qué significa que en un lugar les diga a quienes lo escuchaban: "Mas, tocante a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído las palabras que Dios os tiene dichas: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Ahora, pues, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos" Y a continuación se añade en la Biblia: "Habiéndolo oído el pueblo, estaba asombrado de su doctrina", ¿Qué era lo de la enseñanza de Jesús que asombraba al pueblo? ¿No era su referencia a "la resurrección de los muertos"? Estos oyentes, ¿no creían, precisamente, que los seres tenían que quedarse en el estado no físico o espiritual del que entraban a formar parte con la muerte? Y el cristianismo autorizado, ¿no cree hoy, justamente, lo mismo en todo el mundo? Hoy, como aquella vez, ¿no es normal referirse a los que han pasado a dicho estado con el concepto "los muertos"? Que estos seres están "muertos", es decir, han abandonado la forma de existencia física, ¿no es un hecho inalterable para todos? ¿No es, acaso, aquí que la existencia está totalmente envuelta en un misterio para todos los seres no iniciados? Todos los hilos de la vida, ¿no corren aquí juntos convirtiéndose en el mayor enigma de la existencia? La gran pregunta: ¿"Hay algo tras la muerte"?, ¿no es acaso la misma hoy que en la época de Jesús? Con respecto a este problema, ¿no sigue el hombre siendo atormentado por la duda y la oscuridad de la ignorancia?
      Para los escépticos hay hoy, como en el pasado, dos realidades que no pueden evitar, a saber, "los vivos" y "los muertos", la última de ellas quiere decir los seres que ellos opinan han dejado de existir. ¿No es, acaso, a tales escépticos que el redentor del mundo llama la atención sobre el hecho de que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob no es el Dios de los muertos, sino de los vivos? ¿No acentúa con ello que, en el sentido absoluto de la palabra, no hay ningún "muerto" en absoluto? Todo está vivo. En caso contrario esta Divinidad tendría también que ser una Divinidad de algo "muerto". Los presuntos "muertos" están, en realidad, "vivos". Pero aunque los fragmentos de la Biblia con respecto a la información sobre este tema sean limitados, estos fragmentos son suficientes para que se pueda ver toda la actitud del redentor del mundo para con el problema y su conocimiento de él. Vemos que se da cuenta de que los seres no seguirán encontrándose en el estado en que por "los vivos", es decir, por seres físicos, son calificados de "muertos" o como estando en "el cielo", sino que volverán a un estado en el que de nuevo serán calificados de "vivos", o sea, "físicos". A este estado de regreso Jesús lo llama "resurrección". ¿Qué tendría si no que ser? Si los seres tuvieran que continuar permaneciendo en la existencia no física o espiritual, no podría manifestarse ninguna "resurrección". "La resurrección" o "resucitar de entre los muertos" sería algo sin ningún fundamento en absoluto. Cuando se está en "el cielo" no se necesita ninguna "resurrección" para entrar en él. Cuando Jesús nombra para las multitudes "la resurrección", es, de este modo, lo mismo que le dijo a Nicodemo, a saber, que hay que "nacer de nuevo", que hay que volver a una nueva "existencia física". No es tan extraño que las multitudes "se asombrasen de su enseñanza", el propio Nicodemo, tan instruido, también hizo lo mismo.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.