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Por qué el redentor del mundo tiene que designar la reencarnación y la evolución con las fórmulas "reino de los cielos", "la vida eterna" y "resurrección"   872. Es cierto que el hombre creyente, que todavía se basa en el sentimiento y el instinto, concibe "el reino de los cielos" como un "reino espiritual",pero esta concepción sólo es una idea transitoria, sin la cual un ser así no podría de ninguna manera retener mentalmente la idea de un mundo superior. ¿Como podría un ser así, que rechaza toda investigación en el campo espiritual o religioso considerándola imposible o directamente "pecaminosa", dado que opina que "los caminos de Dios son inescrutables", entrar en contacto con un pensamiento tal como que un reino superpuesto sólo puede existir como una continuación directamente física del reino al que él mismo pertenece? Este individuo no comprende, claro está, la reencarnación y, por lo tanto, sólo tiene la convicción de que su actual vida física es la única vida terrena que, en resumidas cuentas, puede experimentar, y que una existencia tras la muerte o que continúa tras el cese de la vida actual sólo y únicamente puede ser de naturaleza no física y, por consiguiente, tiene que ser una "existencia espiritual". Que dicho ser relaciona esta "existencia espiritual" con "el reino de los cielos" nombrado por Jesús es lo único que está claro. En el marco de ideas del grupo al que pertenece por el momento no hay ninguna otra posibilidad. Esto también esta totalmente en contacto con la actitud de Jesús hacia tales hombres, y con respecto a los cuales sólo podía expresarse con símbolos o parábolas, se trataba de hombres que "no querían admitir" que Juan Bautista era Elías, hombres que no tenían "oídos para oír" cuando se trataba de comprender la reencarnación. Por consiguiente, no es difícil de comprender aquí por qué Jesús no puede hablar de la parte de la vida eterna del hombre de la Tierra que tiene lugar tras el cese de la vida actual con las expresiones "reencarnación", "renacimiento" o "futura vida terrena", sino que tiene que limitarse a usar fórmulas como "reino de los cielos", "la vida eterna" y así mismo en un lugar también usa la fórmula "resurrección" sobre la existencia continuada tras la vida terrena actual. Entre otras cosas dice: "Pero los que serán juzgados dignos de la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujeres, ni las mujeres maridos (…) por ser iguales a los ángeles del cielo".
      ¿No se revela, acaso, un conocimiento cósmico inmenso tras estas palabras divinas? Que el redentor del mundo con la expresión "resurrección" piensa aquí en una determinada forma de experimentación de la vida, que, en principio, es distinta a la que experimentan sus oyentes o los hombres terrenos comunes, no se puede negar de ninguna manera. ¿No subraya, precisamente, de una manera enérgica y directa que, justamente, se diferencia de la del hombre terreno por el hecho de que nadie se casa o se da en casamiento, sino que los seres, al contrario, son "como ángeles del cielo"? ¿Quiénes son los ángeles? ¿No pone en la Biblia que todos ellos son "espíritus sirvientes que se mandan para servir a aquellos que tienen que heredar la salvación"? Los seres de "la resurrección" son, así pues, como "los ángeles", seres "sirvientes". Pero, según Cristo, ¿no era acaso esta la condición principal para "heredar" "la vida eterna"? ¿Y no era, acaso, esto el principio general de su propio ser? ¡No dice, precisamente, en un lugar: "… igual que el hijo del hombre que no ha venido para ser servido, sino para servir…"! El gran mandamiento que consiste en que hay que amar al prójimo como a uno mismo, ¿no es quizá la culminación misma de servir a los otros? ¿Y no es justamente este tipo de conciencia que, en forma de un mandamiento semejante, se ha puesto como objetivo del entrenamiento mental y la evolución de todo hombre? ¿Para qué si no los ideales y prescripciones formuladas por Jesús? ¿Y cómo podría uno hacerlas suyas sin entrenamiento o práctica? ¿No es el hacer suyo el modo de ser que Cristo indicó lo que finalmente constituirá la forma de existencia mental que él llama un "nuevo cielo" y una "nueva tierra" tras "el día de juicio final"? Pero cuando tiene que haber un "nuevo cielo" y una "nueva tierra", no puede haber una simple "existencia espiritual", sino que tiene que seguir siendo una forma de existencia física. Y, por esto, tiene razón cuando dice "mi reino no es de este mundo". Este "nuevo cielo y nueva Tierra" sólo serán de este mundo cuando el hombre terreno haya hecho suya la forma de existencia anteriormente nombrada, de modo que su carácter básico cotidiano o su ser sea un cumplimiento físico total de dicho mandamiento de amor. Así mismo el sentido de sus palabras a Nicodemo: "Sin nacer de nuevo no se puede entrar en el reino de los cielos" se convierte aquí en un hecho evidente. El entrenamiento, que es necesario para hacer al hombre terreno perfecto con respecto al amor al prójimo o con respecto a servir a otros, no puede terminarse en una vida terrena. Sí, ni siquiera Pablo pudo hacer que la perfección total llenara su ser en su vida de entonces. ¿No dice, acaso, "…no hago el bien que quiero, antes bien el mal que no quiero"? Sí, el conocimiento cósmico de la reencarnación y la evolución y, por consiguiente, de la existencia eterna de los seres vivos por parte del redentor del mundo no puede negarse ni ocultarse, a pesar de las fórmulas primitivas por medio de las que sin cesar tenía que explicar su conocimiento divino.


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