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Nicodemo no se dirigió a Jesús para recibir "el perdón de los pecados", sino para participar en la parte altamente intelectual de su predicación o mensaje   866. Con los hombres que no pueden "creer" sucede precisamente algo muy distinto. "Creer" no es un acto de voluntad, sino exclusivamente una facultad. Esta facultad o se tiene o no se tiene, bastante independientemente de que se quiera o no se quiera. Pero cuando no se tiene no se puede recibir "el perdón de los pecados" y, por consiguiente, según las afirmaciones de "los creyentes" se tiene que estar irremediablemente condenado. No es, así pues, tan extraño que tales escépticos también se dirigieran a Jesús. Que no usara frente a ninguno de ellos la fórmula: "Tus pecados te son perdonados" es también bastante natural. No llegaban para recibir "algo" en cuya existencia no creían, del mismo modo que Nicodemo tampoco fue para recibir "el perdón de los pecados". Aquí se ve claro que podía haber "otras cosas" que precisamente "el perdón de los pecados" que podían hacer que los hombres se sintieran atraídos por el redentor del mundo. Que Nicodemo se dirigiera a Jesús por la noche muestra que para él era muy importante tener una conversación con este gran iniciado. Que no fue para hablar de ceremonias u oficios en el templo, bien en forma de bautismo o de otro fenómeno religioso externo, tendría que estar claro. Nicodemo era él mismo fariseo y miembro del consejo y, por consiguiente, uno de los hombres cultos del pasado y, por lo tanto, conocedor de la sabiduría autorizada del pasado. Que no buscó al redentor del mundo para que le explicase una ceremonia, sino, al contrario, porque estaba hambriento de recibir información sobre el misterio vivo de la vida misma, se desprende de su conversación con Jesús como un hecho evidente. De los fragmentos de esta conversación transmitidos a través de la Biblia se puede ver que de lo que se trataba era, precisamente, de este misterio vivo de la vida. Jesús no le dice a Nicodemo "quien no fuere bautizado de nuevo", sino "quien no naciere de nuevo", etc. Nada habla a favor de que el redentor del mundo no haya pensado exactamente lo que aquí dijo directamente, del mismo modo que se ve claramente que Nicodemo tenía un hambre espiritual que no podía satisfacer en las autoridades espirituales, los escribas o los sacerdotes del pasado. Pero cuando su hambre expresaba algo que no podía satisfacer en dichas autoridades, esto sólo podía ser algo de la nueva sabiduría con que Jesús vino y enriqueció al mundo. No le dice él mismo precisamente a Jesús: "Maestro, nosotros conocemos que eres un maestro enviado de Dios". Pero como no era "el perdón de los pecados" lo que el miembro del consejo buscaba en el redentor del mundo, su comisión sólo podía estar animada por el hambre de participar en la parte más elevada o intelectual de la predicación o mensaje de Jesús.


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