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Por qué Jesús usa la fórmula "Tus pecados te son perdonados"   862. Ahora los lectores quizá objeten que el método que la redención del mundo usa aquí es un engaño. Cuando Jesús le dice a un hombre: "Tus pecados te son perdonados" esto es, en realidad, una mentira. Pero, ¿qué es entonces? ¿En qué situación se encontró Jesús cuando estuvo frente a un ser al que le dio "el perdón de los pecados". ¿No estaba aquí frente a seres que estaban animados por la ilusión de que eran "pecadores"? Estos seres, ¿no creían acaso que habrían podido actuar de manera distinta, que podrían haber sido mejores personas si lo hubieran querido? ¿No creían estas personas, con la misma seguridad, que ahora estaban frente a un Dios "enojado" que tenía que "castigarlos" con sufrimientos y "perdición eterna"? Y el redentor del mundo ¿no sabía con la misma certeza que ningún ser puede ser distinto de como, precisamente, es? Cada ser se encuentra siempre en la cumbre de su evolución y, naturalmente, no puede representar un estadio evolutivo distinto o superior a aquél al que ha llegado. Que la Providencia no podía de ninguna manera pedir otra cosa a ningún individuo hacía tiempo que era un hecho para el redentor del mundo. Pero, con ello, también era un hecho igual de real para él que el ser en cuestión no era un "pecador". Pero si no era ningún "pecador", estaba en el estado en que estaría si sus "pecados le hubieran sido perdonados". El redentor del mundo podía entonces con poder absoluto y con toda sinceridad decirle a un ser así: "Tus pecados te son perdonados". ¿No habría sido directamente una falta de amor si, con el conocimiento que tenía, no lo hubiera dicho y, especialmente, cuando con ello podía liberar al ser de su transitorio "complejo de pecados" imaginarios y opresivos?
      Quizá se opine aquí que Jesús le habría tenido que decir al hombre en cuestión que no existía ningún "pecado" y que, por consiguiente, no era ningún pecador. Y es cierto, Jesús podría muy bien haberle dicho esto al desgraciado que tenía ante sí, pero, ¿qué habría sucedido entonces? Habría sucedido inevitablemente que el redentor del mundo le habría dado a un hombre desdichado una respuesta que no tenía ninguna condición previa para comprender. Una respuesta tan revolucionaria le habría hecho creer al desdichado, en el mejor de los casos, que Jesús estaba fuera de sus cabales, que tenía que estar loco, que tenía que ser un fanático o, en el peor de los casos, que tenía que ser el mismo "diablo". Y el desdichado habría seguido siendo igual de desdichado y estando igual de desamparado. Una contradicción tan grande a unos hechos aparentemente inconmovibles difícilmente podía ponerse de manifiesto para un ser así. ¿Acaso no veía con sus propios ojos que el mundo estaba lleno de "pecado"? Pretender lo contrario habría sido nada menos que enseñar una nueva visión del mundo. Sólo se podría obtener alguna satisfacción de esta imagen del mundo por medio de un estudio a lo largo de muchos años. Esta imagen habría sido, por lo tanto, totalmente imposible como un medio instantáneo de consuelo para seguidores todavía muy fuertes del Dios de Moisés o de la Providencia "enojada" y "castigadora". También vemos, por consiguiente, cómo el redentor del mundo a veces deja pasar esta imagen del universo a un segundo plano declarando que a su época no le ha sido dado comprender esto, pero que posteriormente otra época, a través del "consolador, el espíritu santo" comprenderá todo lo concerniente a la verdadera realidad.
      Cuando Jesús tenía que ayudar a un ser así, desdichado y "abrumado por el pecado", en sus momentáneas crisis anímicas, esto no podía tener lugar desenrollando los análisis cósmicos de una imagen nueva del mundo ante él, análisis que tenía que usar decenios para aprender a comprender, sino al contrario hablándole en una lengua que estuviera en contacto con las ideas de su propio grupo, y que, por consiguiente, pudiera comprenderse inmediatamente.
      Como la causa más profunda de todo sufrimiento sólo podía, claro está, ser interpretada por los seguidores de la vieja imagen del mundo como "castigo" de un Dios "enojado" o "encolerizado" por "los pecados" que uno había cometido, estaba claro que la única ayuda mental positiva que, en resumidas cuentas, se le podía dar a un ser así, desdichado y "abrumado por el pecado", como el anteriormente citado, sólo podía ser darle la confianza o fe total de que "sus pecados le eran perdonados", y de que, así, se encontraba de nuevo en una situación en la que estaba reconciliado con el mismo Dios. Pero como no se le podía contar que no existía en absoluto ningún "pecado" ni "pecador", al individuo sólo se le podía ayudar con la fórmula "Tus pecados te son perdonados". Esta fórmula era, así pues, lo único con que la conciencia del individuo en cuestión podía entrar en contacto, era la única llave, las únicas palabras que tenían acceso a su mentalidad afligida. Y como esta fórmula era además, en un sentido absoluto, verdad al cien por cien, puesto que el ser nunca había cometido ningún "pecado", y nunca había existido un Dios "enojado", y el ser, por lo tanto, desde un punto de vista cósmico se encontraba en un estado en que todo su sufrimiento mental se fundaba en algo que de ningún modo existía, a saber, "el castigo por los pecados", es un hecho que la actuación del redentor del mundo en la presente situación fue totalmente correcta y, por lo tanto, estaba en contacto con el amor perfecto. Pero con la fórmula "Tus pecados te son perdonados" o "disculpados" el redentor del mundo le dijo, en realidad, al desdichado: "Lo que tú temes no existe, Dios no está enojado, sino que te ama". Y el desdichado, en tanto que tuviera confianza total en Jesús, era liberado de su complejo mental oscuro, se sentía de nuevo libre y estaba tan contento, sí, a veces estaba tan contento, que su cuerpo físico estaba totalmente empapado de alegría, de modo que, en muchos casos, se desprendía de eventuales "complejos de pecado". No era tan extraño que Jesús una y otra vez explicara que el buen resultado depende totalmente de la confianza o "fe" en él. Quienes no "creían" en sus palabras no podían, naturalmente, ser liberados de lo oscuro y erróneo que se imaginaban ni de sus "complejos de pecados". De este modo se comprende aquí por qué los seres sólo podían ser ayudados en relación con la manera en que "creían".


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