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Por qué el concepto "pecadores" es concebido de manera universal por el hombre terreno   859. Y seres en los que el "animal macho" o "hembra" en celo aún era su única experiencia o vivencia de la sexualidad, ¿cómo habrían podido comprender a uno que se desviaba tanto de su propio estado? Su conocimiento de este campo se basaba inquebrantablemente en los hechos que los órganos físicos externos de los seres a lo largo de miles de encarnaciones habían enraizado en su conciencia como ideales santos e inviolables. Un "ser femenino" era un "ser femenino" y un "ser masculino" era un "ser masculino" confirmado de manera inconmovible por los órganos físicos del ser en cuestión. Era evidente para qué indisputable papel un organismo de mujer estaba calculado en el juego sexual, igual que lo que la aportación del organismo masculino tenía orgánicamente como tarea. Al ser, mientras tenga desconocimiento total de la reencarnación, le es imposible saber que esta determinación orgánica, igual que todas las otras aportaciones orgánicas, sólo es un fenómeno transitorio, necesario para el paso del yo o ser eterno a través de las diversas fases de la vida. Que los preceptos más santos de su religión en ningún caso podrían ser otra cosa que utopías absolutamente imposibles de cumplir para un "ser masculino" del todo y para un "ser femenino" del todo y, por consiguiente, serían el puro embuste o engaño, si previamente no tuviera lugar "algo distinto", comenzó, sin embargo, a manifestárseles prematuramente a los creyentes seguidores de estos ideales. Pero no tenían la solución de lo que tenía que ser este "algo distinto". Se convirtió en algo misterioso. El misterio se conoció más tarde como "la gracia" y "el perdón de los pecados por medio de Jesucristo".
      Como los ideales exigían "amor universal", "ama al prójimo como a ti mismo", y esto era imposible, ya que la disposición de los seres a la simpatía se basaba en órganos que creaban antipatía contra su propio sexo, al mismo tiempo que creaban simpatía hacia el sexo contrario, bastante independientemente de la voluntad, no podían cumplir esta exigencia. Pero como no tenían la aptitud de ver este fenómeno natural como la causa de su incapacidad de cumplir la exigencia de amor, sino que creían que este cumplimiento sólo era, en realidad, un asunto de voluntad, sólo podían imaginarse que la falta de cumplimiento del mandamiento de amor para con su prójimo era una falta de su parte. Consideraban este mandamiento como un mandato de Dios que se podía observar tan fácil y evidentemente como se observa la prescripción de un manual o las instrucciones para elaborar algún producto. Pero como, sin embargo, se convirtió en un hecho permanente para ellos que no cumplían este mandamiento, les entraron complejos de inferioridad. Creyeron que la desgracia se debía a que tenían una voluntad débil, un defecto de carácter o a que les faltaba el sentido moral. De este modo, la falta de cumplimiento de la ley del amor se convirtió según su manera de comprender las cosas en "pecado". Y la expresión "pecadores" se convirtió, por consiguiente, en la denominación general que estos seres dan a todos los hombres.


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