Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(639-1052) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

Amor no correspondido   856. Pero la vida no se detiene. Y nada puede seguir estando en estado fetal. Todo feto tiene que apresurarse a su nacimiento. Un día tendrá lugar este nacimiento, es decir, la transformación mental del individuo no seguirá siendo desconocida para él mismo. Poco a poco irá descubriendo que la simpatía íntima que abriga en una amistad determinada con éste o aquél de sus compañeros de su mismo sexo a veces no es tan recíproca como desearía. Comienza a hacer muchos esfuerzos para, precisamente, estimular o provocar esta reciprocidad de la otra parte. Como esto, en la mayor parte de los casos, no sirve para nada, ya que la otra parte, por lo general, no puede en absoluto abrigar una simpatía tan íntima para seres de su propio sexo, dado que su disposición a la simpatía todavía está sintonizada en gran manera con el sexo contrario, comienzan los contratiempos para aquel ser. Tiene que ver al objeto de su simpatía prometerse y casarse y, así, alejarse todavía más del cumplimiento de su deseo secreto. Y aquí no puede evitar descubrir que el amigo o compañero lo ocupa tanto que llena toda su mentalidad. En su interior está muy deprimido. Siente como si hubiera perdido totalmente al amigo. Sufre los mismos tormentos que una persona prometida que ha sido abandonada por la otra parte, sufre, a saber, de amor no correspondido. Este estado desdichado es aquí todavía peor que en las relaciones ordinarias o "normales" en que la parte abandonada es un ser de sexo contrario. Aquí puede, no obstante, desahogar de alguna manera su dolor o disgusto con reproches hacia la parte que lo ha abandonado, y del mismo modo puede también esperar encontrar compasión en otras personas. Pero en una situación en que un ser se siente desgraciado por la atracción que el compañero tiene por un ser de sexo contrario, está imposibilitado de irrumpir en reproches y, así mismo, tampoco puede esperar encontrar compasión en otros seres, ya que se ve obligado a mantener secreto su estado para no ser descubierto y, con ello, ser calificado de paria o persona indeseable por quienes lo rodean y ser objeto de las molestias, el desprecio y las burlas consiguientes. El individuo tiene, por consiguiente, que vivir bastante solo con su estado desdichado y, además, buscar de todos los modos posibles engañar con falsas apariencias de alegría y deseándole felicidad al amigo "perdido", de modo que él tampoco descubra nada. Eventualmente entabla más tarde relación con un nuevo compañero y vive de nuevo la misma historia. Y así puede, en realidad, vivir largos periodos de su vida sexual adulta. De vez en cuando, entre estos periodos, el presunto estado "normal", en que uno se siente atraído por el sexo opuesto, puede todavía avivarse. Es más, la atracción puede ser tan grande que el individuo incluso se casa y, en muchos casos, tiene hijos en el matrimonio. Pero este matrimonio puede ser sometido a una gran sobrecarga si sobreviene un nuevo periodo del presunto estado "anormal" en la encarnación actual.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.