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(639-1052) 
 
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Del mismo modo que la simpatía o el amor del individuo hacia el sexo contrario sólo puede existir únicamente como una función orgánica, su amor hacia su propio sexo sólo puede existir como una función orgánica. Este último amor o la eclosión de la primavera del amor universal   852. Pero, ¿cómo podría tener lugar una función de la inteligencia en el seno de la conciencia si el individuo no tuviera cerebro? ¿Cómo podría un ser ver si no tuviera ojos? ¿Cómo podrían existir o surgir los fuertes sentimientos hacia el sexo contrario en los vigilantes de la moralidad si no dependiesen, precisamente, de su función orgánica sexual especial? La atracción del hombre por la mujer y de la mujer por el hombre, ¿no depende de la circunstancia de que él es un "ser masculino" y ella un "ser femenino"? Y el grado de su dicha matrimonial, ¿no depende, acaso, totalmente del grado en que se manifiestan como "ser masculino" y "ser femenino" respectivamente? Y este estado "masculino" y "femenino", ¿no ha sido reconocido desde hace tiempo como un problema orgánico? Los órganos, ¿no constituyen, precisamente, uno de los factores por medio de los que se conoce la diferencia entre "masculino" y "femenino"?
      Pero cuando un amor, que es de dimensiones tan limitadas que sólo abarca al sexo contrario, está en tan alto grado condicionado por una función orgánica, un amor que abarca a todos los seres vivos independientemente del sexo, ¿no tiene acaso que estar condicionado por una función orgánica en un grado mucho más elevado? ¿En qué se basaría si no? ¿Creen ustedes que una manifestación de simpatía tan grande, que es idéntica a la propia profusión luminosa de amor de la Divinidad, es algo que surge de "nada"? Entonces estaría, claro está, presente tanto en un ser como en otro. ¿Creen ustedes que se puede cumplir el mandamiento de "presentar también la mejilla izquierda si uno es herido en la derecha" si no es en virtud de una combinación especial de funciones orgánicas que se encuentran de antemano en la propia conciencia? Y estas funciones orgánicas, ¿no son de un tipo que, de una u otra manera, tienen que haber entrado en colisión con la esfera sexual puramente matrimonial y, por consiguiente, atenuar la actitud del "ser masculino" y del "ser femenino" hacia su propio sexo? ¿Cómo podrán si no estos seres llegar a cumplir el gran mandamiento de "amar al prójimo como a sí mismo"? El hielo o frío que originariamente hay entre seres del mismo sexo tiene que eliminarse. Sólo puede eliminarse por medio de una función orgánica. Esta función orgánica tiene, por consiguiente, que ser de una naturaleza que despierte una simpatía o un amor tan grande que pueda aventajar la función de la esfera sexual matrimonial a favor del cumplimiento del plan de Dios con el hombre, es decir, la creación del "amor universal" en el interior del ser. ¿No creen ustedes que es esto lo que se hace valer cuando vemos que el presunto estado sexual "normal" de los seres y el consiguiente estado matrimonial degeneran? ¿Cómo tendría que manifestarse esta transformación o evolución del hombre? Esta transformación, ¿no tiene acaso que cambiar poco a poco la visión que "el ser masculino" tiene del "ser masculino" y la que "el ser femenino" tiene del "ser femenino"? Y, para estar en contacto con el anteriormente citado plan divino o desarrollo del "amor universal", ¿no tiene, acaso, esta visión que ser, precisamente, una creciente simpatía hacia su propio sexo? ¿Dónde tendría, si no, que empezar el cambio? Todo el cumplimiento del plan divino depende exclusivamente del cambio de esta visión. ¿Cómo se derretiría, si no, el hielo entre seres del mismo sexo? Y este hielo que se derrite, ¿no es, acaso, la primera incipiente eclosión de la primavera del "nuevo cielo" y "la nueva Tierra"? ¿Y, acaso, no es lógico que esta eclosión de la primavera con su actuación también tenga que crear aludes, inundaciones del hielo y nieve mental que se derrite, o de muchas otras maneras crear una fuerte turbación mental? El paso desde el invierno helado y con nieve no puede tener lugar sin deshielo, aguanieve y escarcha. Los matrimonios en degeneración, las anormalidades sexuales, las perversidades, los enamoramientos en seres del mismo sexo, etc., ¿son acaso otra cosa que este violento deshielo mental, a través del cual el estadio invernal, animal del hombre proclama estrepitosamente o notifica su propia destrucción y, con ello, presagia indirectamente la llegada de la primavera o la amaneciente entrada del "auténtico reino humano" en las esferas, los continentes y las zonas terrenas? Lo que aquí tiene lugar ante nuestros ojos, ¿no es acaso un cumplimiento de las leyes naturales comunes? ¿Creen ustedes que la transformación de millones de almas de la Tierra, encarnadas y desencarnadas, puede tener lugar tranquilamente o sin ruido? ¿Creen que hábitos e inclinaciones, que han sido ideales de vida autorizados a lo largo de milenios, pueden aceptarse repentinamente por todos como algo que está en declive, algo que está en degeneración? Muchos de estos ideales de vida tienen que presentársele a una considerable muchedumbre de hombres como fenómenos "santos" e inconmovibles o prescripciones eternas, aunque la tarea de los redentores del mundo sea mostrar lo contrario. Entre esta muchedumbre encontramos a los celosos vigilantes de la moral y a los predicadores de los dogmas. Todos ellos constituyen en mayor o menor grado una especie de querubines que defienden el paraíso que ellos mismos imperceptiblemente ya están abandonando y que no pueden impedir que otros abandonen, a esto hay que añadir que el comer del "árbol de la ciencia" (enseñanza del "bien y del mal" en las escuelas, universidades y centros de enseñanza) es demasiado dominante. La gente abandona cada vez más las iglesias y otros lugares, que están bajo su dominio.


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