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Lo que lleve a uno a buscar satisfacción sexual tiene que ser que se sienta necesidad de ella y no que se necesite dinero   847. Aquí hemos visto un poco a lo que conduce un relacionarse con ignorancia con la fuerza sexual que vive en el interior de uno. Convertir su propia fuerza suprema interior en un objeto de comercio sólo puede, por consiguiente, ser bastante peligroso. ¿Y por qué no tendría que ser igual de peligroso relacionarse imprudentemente con este fuego íntimo de la vida, como es peligroso relacionarse imprudentemente con otros de los factores propios de importancia vital o hacerlos objeto de comercio? Si uno se imaginase que la prostituta trasladaba su negocio sexual a su facultad de comer, ¿no creen ustedes que finalmente terminaría mal? Si un hombre, por ejemplo, pudiera ganar dinero comiendo y se abandonase a comer, bastante independientemente del apetito o hambre y, así, hiciera directamente del hecho de comer un oficio, ¿no creen ustedes que su constitución se debilitaría un tanto? No, hay que comer porque se tiene necesidad de comida, y no porque se necesita dinero. Así sucede también en sumo grado con la vida sexual. El motivo de una satisfacción con ella tiene exclusivamente que ser que uno la necesita para el mantenimiento de su bienestar normal y sano, tanto en el aspecto mental como en el físico, y no porque uno necesita dinero. ¿De qué aprovecha satisfacer el deseo de dinero cuando con ello se vende algo de la propia salud? El hambre natural es para ser saciada. Y la saciedad es para conservar o mantener la salud y no para eliminarla. Debido a esto, la vida sexual es uno de los grandes campos en que el individuo de manera muy especial tiene que "Velar y orar para no caer en la tentación, porque el espíritu, en verdad, está pronto, mas la carne es débil".


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