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Por qué algunos esposos además de la esposa también tienen "amantes". Cuando la facultad de enamorarse es demasiado fuerte en relación con la necesidad erótica. El destino de "las amantes"   845. Codo a codo con estos tipos fuertemente eróticos existe también otro tipo. En éste el deseo erótico se desencadena casi exclusivamente a través del enamoramiento. Estos seres serían unos esposos espléndidos si este enamoramiento suyo no fuera de una naturaleza tan fugaz que, tras haber obtenido algunas veces placer sexual con su amada, pierde su fuerza con respecto a ella, pero cobra de nuevo vigor en el encuentro con un nuevo objeto para su necesidad de enamoramiento. Es evidente que el enamoramiento de estos seres con respecto a su esposa cesa muy pronto. Pero el uso y las costumbres, el buen tono, la posición social y los hijos del matrimonio son a veces grandes impedimentos para la separación. Y muchos de estos seres tienen que permanecer en el matrimonio, aunque no sigan estando enamorados de su esposa y, por consiguiente, ya no puedan tener ninguna satisfacción sexual suficiente. Que una gran parte de estos seres también es "cliente" de la prostitución se da, naturalmente, por descontado. Como estos seres, así pues, se enamoran antes de sentir necesidad erótica, las mujeres públicas de la calle o el burdel no son nada para ellos. Aquí no pueden esperar encontrar un enamoramiento mutuo. Y estos seres, en el caso de que tengan medios para ello, se convierten en "clientes" de otra parte más indirecta de la prostitución. A los seres de esta parte de la prostitución los denominamos, por regla general, "amantes". Tales "amantes" son mujeres jóvenes cuya necesidad de enamoramiento es de una naturaleza igual de fugaz y que, por lo tanto, no son aptas para el matrimonio. Se enamoran de igual manera y, por esta razón, están dispuestas a vivir una vida marital a escondidas o en secreto con hombres, que están casados de antemano, si simplemente tienen una cartera lo suficientemente gruesa. Estas mujeres viven de buen agrado con gran lujo, dado que sólo se aventuran con hombres económicamente independientes y que, por consiguiente, pueden satisfacer sus gustos y consentir sus caprichos. Que todas estas mujeres no pueden esperar una vejez igual de lujosa se da, naturalmente, por descontado. Cuando no pueden seguir compitiendo por el favor de los pretendientes ricos descienden a otra, y apenas tan destacada, "categoría en cuanto al precio" y tienen que acostumbrarse a exigencias más modestas, es más, a veces descienden a los estadios anteriormente nombrados de violencia bajo los rufianes. Que toda esta forma de existencia no puede actuar sobre el sistema nervioso de estos seres sin deformar en gran medida su mentalidad y toda su actitud moral es una consecuencia natural. Que los esposos tampoco pueden encontrar descanso para sus nervios con estas relaciones secretas y estar felices y en armonía con su hogar, su esposa y sus hijos es igual de natural. Que tales seres se aferren a la morfina u otros estimulantes narcóticos hace que su propia destrucción sea todavía más drástica. La tensión e inquietud constante en relación con el desmesurado placer sexual no es un modo de vivir que justamente haga que la mentalidad esté directamente predispuesta para "el gran nacimiento" o "conciencia cósmica".


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