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No se puede alcanzar "iniciación" o "conciencia cósmica" con una conducta sexual anormal o con experimentos especiales   841. Aquí el lector posiblemente exclamará asombrado: ¿"Se puede alcanzar "iniciación" o "conciencia cósmica" con un acto sexual y una actitud sexual anormal? Y la respuesta es un "no" rotundo. Para todos aquellos seres para quienes la vida sexual y la actitud arriba mencionada es anormal, es decir, todos aquellos seres más o menos destacadamente "unipolares", una conducta sexual así desencadena sencillamente de manera muy fácil en la práctica un "descenso" directo "al infierno", lo cual quiere decir, la entrada a una serie de vidas con sufrimientos culminantes y oscuridad mental. No se vayan ustedes a creer que por medio de ningún fenómeno "anormal" se puede tener acceso a la más perfecta y suprema iniciación, se puede ser cubierto por "el espíritu santo". Al contrario, todos los fenómenos "anormales" constituyen precisamente, claro está, "el guardián del umbral" o garantizan que uno no pueda entrar dentro sin llevar "ropa de boda". Dentro de poco trataremos de las trampas y abismos en que pueden caer los hombres cuando demasiado pronto e inacabados han estado en contacto con las fuerzas que abren directamente las puertas de la luz eterna, del nuevo paraíso o la conciencia del propio Dios. No crean que la adquisición de esto sólo esté condicionada por un acto de voluntad instantáneo que puede desencadenarse y cumplirse tan fácil y rápidamente como la receta de un libro de cocina. No crean que haciendo éste o aquel experimento se puede obtener inmediatamente "conciencia cósmica". Quien intenta esto dirige su vida a gran velocidad, directamente y con seguridad, hacia las oscuras esferas de la enfermedad mental y la subnormalidad. El acto de voluntad sexual tiene que estar en contacto con el deseo natural sexual del ser. Uno no puede meterse impunemente en placeres sexuales cuya fuerza originaria es algo distinto a la verdadera necesidad sexual interior propia. Si sólo es una necesidad al cien por cien de dinero o de conseguir otras formas de bienes, tanto materiales como mentales, lo que hace que uno se meta en actos y placeres sexuales que no tienen nada que ver con la propia y verdadera necesidad sexual, uno está camino de demoler el más alto factor de vida de su propio interior. Se descubrirá poco a poco que la satisfacción y la alegría del placer sexual, que antes era la suprema felicidad de uno, ya no puede alcanzarse. El hecho de haberse metido en nuevos placeres sexuales, que al principio sólo eran, en realidad, un medio para tener dinero u otros bienes, ha socavado imperceptiblemente la facultad propia de encontrar satisfacción en el acto sexual natural de la fase mental propia. Y como los nuevos fenómenos sexuales en que uno se ha metido tampoco son naturales para la fase de uno y no pueden dar la inspiración, plenitud y alegría de la vida que son necesarias para conservar la salud corporal y anímica, uno se encuentra muy alejado de la esfera de la felicidad. No se puede llegar a ser feliz con lo que originariamente era la naturaleza propia, ni se puede volver atrás de los nuevos fenómenos que dan quizá los bienes materiales que uno había pensado, pero están muy lejos de dar el deseo de vivir que es el estado general de salud y bienestar natural del ser.


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