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Donde el hombre terreno no puede ver "el movimiento" como manifestación de vida surge el materialismo o la superstición de que las cosas "surgen por sí mismas". El materialismo también es uno de los estadios que tiene que desaparecer ante "la clarividencia cósmica"   823. Cuando un yo "le da la vuelta" a una energía, ésta se convierte, como ya hemos dicho, en "manifestación de vida". Pero como los lectores ya saben, no todas las vueltas dadas al movimiento realizadas por un yo pueden ser vistas por el hombre terreno. Y donde no puede ver esta "vuelta" no puede considerar "el movimiento" como "manifestación de vida", sino que estima que ha "surgido por sí mismo". La presunta actitud "materialista" del hombre terreno se funda en esta consideración. Esta falta de facultad visual es la que hace que un ser pueda tener una gran inteligencia sin ser intelectual, sí, puede ser doctor y catedrático y al mismo tiempo culminar en la superstición de que las cosas que se encuentran fuera del marco de las formas de vida conocidas surgen por sí mismas, de que el movimiento, la materia, la naturaleza son fuerzas "muertas". De este modo, su conocimiento es en realidad, aunque no consciente para él, una adoración de la naturaleza como un ser sin cabeza, como un cadáver que todo lo domina, a pesar de que está nadando en la investigación de la colosal revelación de alto intelectualismo, lógica y poder creador de este ser "muerto". Busca vanamente casualidades, todo está magníficamente planeado, todo son funciones que se despliegan según su horario determinado de antemano allí donde el investigador o el hombre terreno no lo impide.
      Pero estos seres "que creen" en el materialismo y "no creen" en el intelectualismo se ven precisados a tener esta actitud hasta que lleguen a un nivel tan alto de investigación, que puedan tener una visión de conjunto total del problema y ver que todas las fuerzas "muertas" también son energías a las que "el yo ha dado la vuelta", que son "manifestaciones de vida" de seres vivos, aunque de tamaño distinto al mesocósmico, que hasta ahora han aceptado como la única manifestación existente de vida. En virtud de esta visión de conjunto comprenderán a fondo tanto el macrocosmos como el microcosmos, y verán que cada uno de ellos sólo constituye un mundo fruto de las mismas leyes eternas, la misma sutil lógica y el mismo perfecto despliegue de voluntad, manifestación y fuerza creadora que el mundo del que se han convertido en autoridades y del que hablan con tono doctoral desde las cátedras de universidades y centros docentes. Verán que "todo está vivo", que "todo es lógico" y, por consiguiente, útil, amoroso y revelando divinidad. Verán que el universo es pensamiento, conciencia y vida, y que esta vida constituye el espíritu o conciencia de Dios en el que todos vivimos, nos movemos y somos. Reconocerán que esta visión o manera de ver es la clarividencia cósmica o la verdadera experimentación de la sabiduría eterna.


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