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Por qué el investigador materialista u hombre terreno no "ve desde un punto de vista cósmico". "La membrana del cristalino", "la membrana de la imagen o retina" y "el punto de la imagen" de la facultad de percepción   815. Pero sólo es precisamente aquí, en el foco de la facultad de percepción humana terrena, que el origen de esta facultad de percepción "ve desde un punto de vista cósmico". Tan pronto como la facultad de percepción se dirige a fenómenos que no han sido creados por el hombre o por otros reconocidos por este ser como autoridad o reconocidos como "seres vivos", el investigador materialista considera "no científico" aceptar un "origen vivo" tras los movimientos, es decir, tras los fenómenos de la naturaleza, es más, en el peor de los casos niega incluso la existencia de este origen, aunque, tal como con anterioridad hemos frecuentemente indicado, dichos fenómenos sean como mínimo igual de lógicos en su estructura que las cosas hechas por el hombre. De este modo vemos aquí que, tan pronto como el hombre terreno dirige su facultad de percepción a cosas que no han sido creadas por seres humanos o por otros seres reconocidos por él como "seres vivos", desaparece su agudeza "cósmica". Lo que ve no está en "el foco" de su capacidad de percepción o en el consiguiente "punto de la imagen" y, por ello, se convierte en más o menos impreciso según y como se encuentre fuera de ella. Aquí, como con toda percepción visual física, se hace valer que para que el objeto se pueda ver de una manera precisa tiene que estar en el punto de la imagen del cristalino del ojo. Este principio es el mismo que se hace valer cada vez que se hace una fotografía. Ésta se malograría totalmente si al enfocar la distancia, bien con el principio en que se basa la cámara de fuelle o con otros principios, no se pudiera poner la placa o película sensible a la luz en contacto con el punto de la imagen de la lente o la zona en la que los rayos del objeto se reúnen y, de este modo, hacen que la reproducción de la imagen del objeto sea lo más nítida posible. Cuando se usan gafas debido a una vista débil, esto es también únicamente para poner de nuevo, por medio de ellas, el punto de la imagen del cristalino del ojo directamente en contacto con la retina o membrana de la imagen del ojo, para renovar este contacto que se había perdido a causa del debilitamiento.
      Del mismo modo que la vista física del organismo físico está condicionada por un contacto entre el punto de la imagen del cristalino del ojo y la membrana de la imagen o retina del ojo, desde donde la reproducción de la imagen del objeto es llevada directamente al cerebro por medio del nervio óptico y, desde allí, a conocimiento del yo, por lo que se refiere a todos los otros órganos sensoriales también se requiere un cierto contacto entre "la membrana de la imagen" y "la membrana del cristalino". "La membrana de la imagen o retina" tiene que estar en el punto de la imagen de "la membrana del cristalino". En caso contrario no habrá ninguna nitidez en la reproducción de la imagen. Si, por ejemplo, percibimos un sonido, ya sea una pieza de música o algo parecido, los tonos, que en este caso son lo mismo que "los rayos", tienen así mismo que reunirse en una especie de "ojo". A este "ojo" lo llamamos "oído". En este "ojo acústico" se reúne el sonido en una especie de "cristalino" que conocemos con el nombre de "tímpano" y que, así pues, es "el cristalino del ojo" del sonido. Pero este "cristalino" también tiene su especial "punto de la imagen". En este "punto de la imagen" encontramos los órganos internos del oído, tal como el caracol, y otros. Estos órganos internos crean juntamente "la membrana de la imagen" del "ojo acústico" desde donde la reproducción del sonido puede ponerse en contacto con el nervio auditivo y, por medio del cerebro, continuar para ser experimentado por el yo. La culminación de la agudeza de la reproducción o percepción del sonido sólo puede tener lugar en este "punto de la imagen". Cuando falta el contacto entre "la membrana del cristalino" y "la membrana de la imagen o retina", entonces también surge una falta de claridad análoga a la falta de claridad que anteriormente hemos dicho que había en la percepción visual. Toda forma de percepción sin ninguna excepción, y tal como las dos nombradas aquí, tendrá la capacidad de culminar en el momento en el que haya un contacto al cien por cien entre el objeto y el órgano receptivo externo de la facultad sensorial, "el cristalino del ojo", y el órgano interno, "la membrana de la imagen o retina". Donde haya el más mínimo grado de falta de contacto entre estos órganos principales de la facultad de percepción, habrá, de modo correspondiente, una falta de nitidez o una falta en la percepción sensorial y, por consiguiente, en el modo de captar o conocer el objeto por el individuo.
      Con respecto a "la percepción cósmica", los mismos principios serán también los factores principales. Pero aquí lo que constituye "la membrana de la imagen o retina" de "la vista" es, ante todo, "la percepción de yo" (supraconciencia) experimentada por uno mismo y, por consiguiente, con conciencia diurna total, y la subconciencia lo que es "la membrana del cristalino" de esta forma de percepción, mientras que "los objetos" sólo y únicamente pueden siempre ser "los conceptos relativos" percibidos o introducidos a través de la subconciencia. Pero como en la mayoría de hombres terrenos "la sensación de yo" todavía sólo existe como una "percepción fruto del instinto" o conciencia habitual innata, esta "membrana de la imagen o retina" de la visión cósmica todavía será, por consiguiente, altamente imperfecta en la mayoría de hombres terrenos. Y, por lo tanto, por medio de esta "membrana de la imagen o retina" inacabada no se podrá recibir ninguna imagen claramente detallada o totalmente perfecta de ningún objeto cósmico, indiferentemente de lo claro o preciso que sea "el punto de la imagen" de dicho objeto a que la luz intelectual dé lugar.
      Pero con el estudio cósmico y el consiguiente desarrollo del amor a todo y a todos, esta "membrana de la imagen o retina", irrumpe entonces en la conciencia diurna despierta del individuo sometiéndose a su voluntad. A esta irrupción de "la membrana de la imagen o retina" de "la clarividencia cósmica" aquí, en "Livets Bog", la denominamos "el gran nacimiento", de la misma manera que a esta aptitud para ver la denominamos "conciencia cósmica".
      Aquí hemos visto, así pues, que el conocimiento del ser siempre depende del "ojo que ve". Y que todo lo que se percibe con los sentidos o las impresiones sensoriales y el conocimiento consiguiente tienen, sin ninguna excepción, que ser forzosamente "relativos" mientras el ser todavía no haya llegado a poder percibir "lo relativo" de una manera "cósmica".


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