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La sensación de yo sólo existe en el animal como un "sentimiento de posesión". La sensación de yo y la espiral   812. Es cierto que el animal no experimenta de una manera consciente el principio de individualidad o del yo, pero actúa en sumo grado en contacto con él. Tiene, hasta cierto punto, un "sentimiento de posesión". Experimenta a su pareja, a su cría, su nido o madriguera como algo que es uno con él mismo, como algo que está dispuesto, de un modo u otro, a defender con todos sus medios y todas sus fuerzas igual que su propio organismo físico. Lo que sucede es que todavía no ha definido este "sentimiento de posesión" en un registro lingüístico tan amplio como el hombre y, por consiguiente, no puede adquirir conciencia de dicho sentimiento o expresarlo con una amplitud de matices tan grandes como los que nosotros diariamente podemos alegrarnos de poseer. Pero aunque el animal, de este modo, sólo tenga conciencia de su sentimiento de yo en forma de un sentimiento de posesión y, además, no pueda expresarlo conscientemente con palabras, su vida y su conducta son, sin embargo, una manifestación muy clara de los primeros brotes de la sensación de yo predominante en la conciencia diurna despierta que se hace valer en el hombre. Esta percepción es, por lo tanto, el sentimiento de posesión del animal en un estado más avanzado o desarrollado. Que la sensación del yo no sea igual de prominente en todos los seres no significa que esta sensación haya tenido por sí misma un comienzo absoluto y ahora se apresure hacia su culminación para luego extinguirse o terminar totalmente, sino que se debe exclusivamente al modelo rítmico del movimiento que aquí, en "Livets Bog", conocemos como "espiral", que se apoya exclusivamente en "el principio de perspectiva" o es una consecuencia de los fenómenos, basados en el contraste, de los que depende toda percepción. Este principio, tal como ya hemos dicho, será explicado posteriormente en "Livets Bog".


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