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El refrán que dice que todo es del color del cristal con que se mira se convierte en realidad. Por qué la manera en que los seres perciben es "relativa". El principio de perspectiva   809. Como todo lo que percibimos sólo es, así pues, una relación entre nuestro propio ente o yo y la cosa que percibimos, nuestro conocimiento de la cosa sólo es, como ya hemos dicho, "relativa", es decir, sólo expresa un punto de vista particularmente determinado. Este punto de vista tiene necesariamente que ser algo diferente de otros puntos de vista. Todo ser vivo se ve, de este modo, obligado a sólo poder existir con su punto de vista particular, ya que le será imposible experimentar otra cosa que precisamente "la relación" entre su yo y las demás cosas existentes, ya se trate de los seres que lo rodean como de las cosas creadas. El refrán que dice que "todo es del color del cristal con que se mira" es, de este modo, un resultado verdaderamente científico. Que la concepción que los seres tienen de las cosas sólo puede existir como "relativa" quiere decir, por lo tanto, que sólo puede existir no como una concepción de la naturaleza verdadera de las cosas – percibir sólo esta naturaleza no tendría importancia, ya que, claro está, es igual a "X" –, sino al contrario como las reacciones de las cosas, es decir, el encuentro de los movimientos con el yo. Estas reacciones son las que constituyen la forma, son las que constituyen la hechura, "la materia" y "el espíritu" y, por consiguiente, se convierten en lo que ya hemos comenzado a conocer como "sustancias de la vida". Y el principio básico divino, y que soporta toda percepción, que más tarde conoceremos con el concepto "principio de perspectiva" existe precisamente sobre la base de la relatividad de estas relaciones. Este principio sólo existe, en realidad, como una determinada clasificación automática de la ubicación de cada uno de los detalles de la zona de percepción en relación con el yo.


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