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El yo puede "dar la vuelta" a las energías o al movimiento. El yo es "inmaterial"   794. ¿Qué misión tiene, entonces, este yo? Cuando en sí mismo es quietud, es inmovilidad ¿qué papel puede jugar en la experimentación de la vida del ser? Aquí tenemos que recurrir de nuevo a nuestra propia percepción de la vida. Ya hemos constatado que ésta se percibe como el tránsito de las experiencias o movimientos entrando y saliendo de este "algo" inaccesible para la percepción, y que, mientras pasan por dicho "algo" se sustraen así mismo directamente a la experimentación o percepción, se convierten en iguales a la "X" de lo más profundo de nuestro yo. Pero como las energías, lo cual quiere decir pensamientos, experimentaciones o "movimientos", son accesibles a la percepción hasta el momento en que se pierden en dicha "X", y así mismo son accesibles a la percepción cuando salen de este dominio, salta con ello a la vista que esta "X" tiene la capacidad de "dar la vuelta" a las energías o a "los movimientos". Pero esto también confirma, claro está, nuestro conocimiento anterior de la identidad de este "algo" invisible como el "punto fijo" absoluto. Porque a una energía o movimiento sólo se le puede "dar la vuelta" por medio de un "punto fijo" absoluto. Es totalmente cierto que aquí, en el mundo material, podemos modificar las clases de energía o movimiento, pero esta modificación de la dirección de la energía o del movimiento no puede existir sin ser al mismo tiempo más o menos neutralizadora para los movimientos mismos. Las energías dejan huellas las unas en las otras. Esta huella es lo que expresamos con las denominaciones que hemos mencionado anteriormente, a saber: "desgaste", "erosión", "los estragos del tiempo" y cosas parecidas. Y este "desgaste" se debe exclusivamente a la circunstancia de que ninguna de las dos energías en cuestión es absolutamente inalterable. Cada una de estas energías constituye "movimiento" y, de este modo, no es por sí misma ningún "punto fijo" absoluto. Cada una de estas energías constituye fuerza, y como tal no puede evitar obstaculizar de alguna manera la capacidad de movimiento de las otras. La influencia recíproca de estas fuerzas es la base de todas las formas de transformación, que a su vez es lo mismo que "creación". Una relación de transformación o desgaste así no puede, por lo tanto, surgir con el contacto entre el yo y "los movimientos", ya que el yo en su naturaleza más íntima es "quietud" absoluta, que en cierta manera quiere decir que es absolutamente "inmaterial". Que sea "inmaterial" no es sinónimo de que constituya una "nada", sino, al contrario, de que es el productor de la materia y, como consecuencia de ello, tiene que precederla. Pero cuando la precede, tiene que definirse como encontrándose en una cierta zona en una situación en que la materia no existe. Pero cuando existe sin materia en una cierta zona, sólo puede designarse como "inmaterial". Y ésta es precisamente la razón de que, aparte de que "es", no tenga ningún análisis y, por consiguiente, no sea accesible a la percepción, del mismo modo que también esta circunstancia es la causa de que hayamos tenido que expresarlo como "X1"


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