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"X2" constituye la zona de conexión de la vida de la conciencia en con "el algo divino". En el umbral de la primera, incipiente alba de la conciencia o de la vida   788. Existe, por consiguiente, "algo" que no es "movimiento", pero que es el señor o factor dirigente del "movimiento". De este modo, este factor tiene que ser por propia naturaleza quietud y, con ello, constituir "el punto fijo" a partir del cual "el movimiento", y sólo el movimiento, puede tener su primer origen. Sin este "punto fijo" ningún "movimiento" en absoluto podría tener su primer origen y así no podría en ninguna circunstancia llegar a ser. Como la existencia de este "algo" es la condición indispensable para la existencia de todo "movimiento", pero por sí mismo no puede constituir "movimiento", aquí hemos encontrado un campo en el que "el movimiento" no existe. Pero como este "punto fijo", en cambio, no existe en la zona de "X3", que, como acabamos de ver, constituye una zona de "movimiento" al cien por cien, la conexión del movimiento en sí con "el punto fijo" no se puede encontrar en "X1" ni en "X3". Como sólo queda la zona de "X2", esta zona se revela como el escenario de la conexión del "movimiento" y, por consiguiente, de la vida de la conciencia con "el algo divino". En el dominio de esta "X" encontraremos, por lo tanto, un estado altamente especial. Aquí encontraremos precisamente tanto una "quietud" absoluta o un "punto fijo" como "movimiento", relación totalmente imposible en las otras dos "X". Como ya hemos indicado, en "X1" sólo encontraremos una quietud absoluta, y en "X3" sólo y exclusivamente "movimiento". Aquí se ve claro que estas dos "X", serían factores totalmente sin vida o estarían muertos si cada uno de ellos sólo existiera en su propia naturaleza. Pero como ya sabemos, estas dos "X" no existen independientemente, sino que están indisolublemente enlazadas formando una unidad. Sólo es aquí, en los análisis, que podemos separar las "X" y su especial naturaleza la una de la otra. Esta vinculación indisoluble es lo que condiciona exclusivamente la aparición conjunta o reunida de las "X", que es accesible a los sentidos como "un ser vivo".
      Como centro de este conjunto divino, de esta trinidad divina, de esta revelación genial del "ser vivo", centellante y radiante a "imagen del mismo Dios", encontramos la otra "X". Aquí se halla la primera débil luz de la gloria de rayos divinos que llamamos "conciencia". En el interior de "X2" nos encontramos en el umbral de la primera, incipiente alba de la vida. Todo es todavía quietud y silencio. Una atmósfera en la que se percibe vagamente, un ansia llena de esperanza y creciente expectación es lo que aquí nos llevará desde el terreno "fijo" del yo por el océano inmenso, vibrante del mundo de las formas. Pero todavía estamos en las regiones de la noche. En la lejanía, el claro sol de nuestra conciencia todavía está bajo el horizonte. Todavía estamos en la zona de la gran quietud, del gran silencio o del "algo fijo" absoluto cuya imperturbabilidad o inmovilidad nos garantiza, de modo correspondiente, toda la eternidad "el eje fijo" fundamental alrededor del cual el inmenso mundo de estrellas, las urbes de soles o las galaxias mentales de nuestra conciencia o de nuestros sentidos pueden girar de una manera sólida, estable y tranquila. Y con un ritmo que continúa eternamente espiral tras espiral, nuestra experimentación es conducida de un océano de luz a otro, y nos hace presenciar una revelación de reino tras reino, esfera tras esfera, bautismo de fuego tras bautismo de fuego, para dejar que, iniciación tras iniciación en la luz suprema y las sombras más oscuras, pase por las más santas regiones del mundo de nuestros pensamientos y así nos haga uno con la Divinidad y nos permita participar eternamente en la radiante obra de arte de su vida e "insuflar el espíritu de la vida en todo", irradiar intelectualismo y amor sobre los seres, las zonas y las esferas de todo el mundo.


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