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Que tenga lugar un "milagro" es igual de natural que cualquier otra forma de creación. "Los espíritus protectores" o "los ángeles". Por qué una oración a la Divinidad no tiene siempre como consecuencia una respuesta "milagrosa". Las oraciones que son escuchadas   757. Como aquí hemos visto, este sustraerse a las leyes físicas comunes no significa que el fenómeno sea "algo" que de pronto, por medio de una fórmula mágica ha surgido de "nada", sino que, al contrario, es una creación que, por medio de una aportación de fuerzas psíquicas se hace posible en una situación en que las fuerzas físicas no eran suficientes. Que tenga lugar un "milagro" es, por consiguiente, una cosa igual de natural que cualquier otra forma de creación, pero no podría tener lugar si los seres psíquicos anteriormente citados, que se encuentran más allá de la zona física, no existieran. Estos seres, que están por encima de los físicos y que, por lo demás, también son nombrados en la Biblia cuando dice: "¿No son todos ellos unos espíritus que hacen el oficio de servidores a favor de aquellos que deben ser los herederos de la salud?", constituyen, como ya hemos dicho, los instrumentos de percepción de la Divinidad en situaciones en que la facultad de percepción de los seres físicos falla. También es a estos seres a los que se califica de "ángeles" y a veces se representa como seres parecidos a los hombres pero con alas. Estas alas simbolizan, precisamente, su naturaleza sobrenatural como seres que pueden "moverse" entre su residencia, "el cielo", es decir la esfera psíquica o espiritual anteriormente nombrada, y la esfera física o terrena.
      En virtud de esta multitud invisible de seres que, en realidad, rodean las esferas físicas, a ningún ser vivo se le puede impedir el contacto con la Divinidad. Estos seres constituyen, claro está, los instrumentos de percepción de la Divinidad en todas las situaciones en que no podemos encontrar comprensión en nuestros semejantes físicos, o en que estos no pueden ser los instrumentos de percepción legítimos de la Divinidad con respecto a nosotros. Estos seres psíquicos se convierten, así pues, de un modo muy particular en los instrumentos de percepción por medio de los cuales la Divinidad percibe nuestro ruego íntimo u oración que le dirigimos desde nuestro aposento. Que este ruego o estas oraciones desde nuestro aposento no siempre son oídas inmediatamente de manera milagrosa se da, naturalmente, por descontado. Como anteriormente hemos mencionado, frecuentemente ahogamos o neutralizamos este ruego íntimo a la Divinidad desde nuestro aposento con una naturaleza demasiado ruidosa y portadora de sufrimiento para nuestros semejantes y, por consiguiente, hacemos muy difícil la esperada atención. Pero en todas las situaciones en que nuestro ruego íntimo a la Divinidad no es perturbado por nuestra antipatía, indignación o ira contra otros seres, o no entra en colisión con la disposición especialmente prominente de nuestro destino en el momento presente, toda oración normal será oída por la Divinidad, es decir, percibida por los seres psíquicos mencionados. Y se nos ayudará, apoyará y dirigirá en todas las circunstancias en que no podemos ser ayudados por vía física.
      En realidad, es cierto cuando se dice: "Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá". Todas las oraciones naturales o normales son oídas, pero no siempre de la manera en que el que ora lo desea, sino, al contrario, como Dios lo desea, es decir, del modo que a la larga se convierte en mayor bendición para el que ora, bastante independientemente de lo que pueda pensar u opinar sobre esta atención a su ruego en ese momento.


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