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Las bendiciones de la reencarnación o renacimiento   748. Pues sí, una destrucción así es no sólo necesaria, sino, en gran medida, directamente una mejora. ¿Qué se opina de un hombre con un organismo defectuoso o inválido? ¿No es una bendición divina para un ser así poder esperar la posibilidad de la creación de un nuevo organismo sin defectos o perfecto? ¿No sucede lo mismo para los seres con cuerpos que los atan a la vejez? Para seres con cuerpos así, viejos y gastados, el renacimiento será directamente una resurrección en un nuevo cuerpo ennoblecido que pueda darles de nuevo la experiencia de una nueva juventud radiante, que pueda dejarse sentir en una nueva edad adulta creadora y reposar en una nueva vejez bienaventurada. Pero lo que el renacimiento lleva en su seno no es sólo esta sobreabundante y fluida profusión de bendición divina. Revela también, hasta la perfección, la radiante ley de justicia del universo, a saber, que el cosmos es amor culminante. Con la experimentación de la facultad del yo inmortal de poder reemplazar siempre, por medio de su supraconciencia eterna, un organismo defectuoso, deteriorado o desgastado con uno nuevo, el tupido velo de todo el misterio de la creación desaparece de nuestra vista como el rocío ante el sol. Y ahora vemos esta creación en una luz celestial que todo lo ilumina. La sombras oscuras, antes tan densas y opacas, que engañándonos creímos que eran injusticia, infierno, obra del diablo o el mal, están aquí con todos sus detalles bañados totalmente en esta luz sobrenatural. Y vemos que cada uno de nosotros se encuentra hoy directamente en medio, no sólo de una existencia eterna, sino también directamente en medio de nuestro propio resultado de nuestro existir eterno. Vemos que nuestro destino actual y el consiguiente estado cotidiano, más o menos feliz o desdichado, no es un puro y simple resultado de nuestra corta vida física, terrena, actual y que tampoco puede ser un resultado de casualidades, pero que sólo puede existir en sí mismo como un resultado dominante de una infinidad de procesos creadores, desencadenamientos de voluntad y cumplimiento de deseos precedentes que nosotros mismos hemos puesto en escena y experimentado. El destino físico es la herencia que el yo inmortal o ser eterno, debido a la ley del amor que soporta el universo, se da a sí mismo en cada nueva vida física. Y por medio de nuestra clarividencia, el estadio mental actual de cada ser se convierte en algo evidente, del mismo modo que se convierte en un hecho consumado porque no todos los seres, en su vida actual, han nacido en el mismo estadio o tienen la misma inteligencia o intelectualismo y no han recibido el mismo destino feliz o luminoso.


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