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Por qué los seres vienen al mundo con aptitudes, facultades y disposiciones diferentes. Nadie recibe facultades o disposiciones en herencia   733. Pero lo que el ser puede llevar a vidas nuevas terrenas y verlo cumplido no son sólo los deseos insatisfechos. También toma consigo a una nueva existencia la suma de su estadio evolutivo. Es precisamente por esto que los seres vienen al mundo con aptitudes, facultades y disposiciones sumamente diferentes. Al haber vivido el yo anteriormente en un organismo físico, es, claro está, natural que en la nueva vida física continúe allí donde abandonó la vida al sucumbir su organismo anterior. ¿Dónde tendría si no que empezar? Todo aquello en que se ha entrenado o ejercitado en la vida anterior aparecerá en la nueva vida como una capacidad más o menos destacada. Si se ha entrenado en estas cosas en vidas todavía más anteriores, su capacidad en ellas todavía será, naturalmente, mayor en la vida actual. El ser transfiere, de esta manera, al nuevo organismo el resultado de este entrenamiento o ejercicio. A este resultado lo conocemos como "facultades", "talentos" o "disposiciones". Todas las disposiciones o facultades de un ser sólo son, por consiguiente, un resultado de su propio entrenamiento, de su propio trabajo, de su propio desencadenamiento de deseos, intenciones o anhelos. Si no fuera así, ¿para qué, entonces, toda la enseñanza, todo el entrenamiento y todos los ejercicios de que los seres hoy son objeto en una cantidad inmensa de campos? Si los seres pudieran recibir como regalo facultades o talento en herencia, todo ejercicio y entrenamiento consciente sería totalmente disparatado e inútil. Si la naturaleza puede, en uno de los casos, darles a los seres las facultades en herencia sin el más mínimo esfuerzo para ellos, ¿por qué, entonces, usa una cantidad tan grande de complicados y agotadores desencadenamientos de energía para concederles las mismas facultades a otros seres? Sí, en muchos casos, a pesar de que el ser tenga un gran esmero y un ardiente deseo y voluntad de desarrollarlas, estas facultades sólo son un débil reflejo de la perfección culminante que manifiestan en los seres que las han recibido como una tendencia innata. ¿No vemos, acaso, que hay seres que se dedican a la música, que reciben enseñanza toda una vida y sólo consiguen un resultado muy mínimo, mientras otros ya comienzan a revelar facultades geniales en el mismo campo en las primeras clases? Esto, ¿no se impone también en otros muchos ámbitos de la conciencia? Si la naturaleza puede regalarle al ser facultades o talentos en herencia, allí donde no los da como un regalo tal se derrocharán fuerzas de una manera extraordinaria. Pero el derroche de fuerzas carece de sentido y, por consiguiente, es ilógico.
      Pero, ¿puede la naturaleza regalarle a un ser facultades geniales en demasía como herencia? En todo caso, estas facultades habrán, claro está, surgido de "nada". Pero como "nada" no puede convertirse en "algo", las facultades o talentos en cuestión tampoco pueden constituir un "algo" surgido de "nada".


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