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Una mirada retrospectiva a los resultados sobre los que se funda el décimo resultado básico, "la inmortalidad"   730. A partir del apartado 705 hasta las líneas actuales de "Livets Bog" hemos tratado tantos aspectos y fenómenos de la vida y manifestación del ser vivo, que está claro para nosotros que el organismo físico actual del ser sólo constituye un fragmento o eslabón aislado en el perfeccionamiento de un plan. Que este plan se manifiesta por medio de la circunstancia de que cada uno de los organismos de todos los seres vivos aparece como expresión de un estadio o peldaño, más o menos avanzado, de este perfeccionamiento convierte en un hecho que dicho organismo no aparece en ningún aspecto como un fenómeno acabado. Mencionamos que hay seres cuyos organismos están más acabados que el nuestro, y seres cuyos organismos están menos acabados, al mismo tiempo que en la conciencia de cada ser concreto hay, como factor constante, una serie de deseos, anhelos o añoranzas que forman parte de un ciclo de tal formato, que es imposible que llegue al límite de sus posibilidades en el tiempo de existencia del organismo físico actual, y que los deseos o anhelos en cuestión sean colmados. Que en la mentalidad del ser haya, así pues, una serie de fenómenos, con un ciclo más largo que el que se puede cumplir o colmar en el tiempo de existencia de su organismo actual, nos ha mostrado claramente que estos fenómenos mentales no pueden de ninguna manera depender de este tiempo de existencia, y que, de este modo, en el análisis de este ser hay algo que existe durante más tiempo que su organismo físico actual. En caso contrario, la creación o intención de la naturaleza, con respecto a esto, tendría que ser un puro y absoluto caos, es decir, un fenómeno que, considerado en su totalidad, es imposible que se dé en la naturaleza. Pero como ya conocíamos el análisis del "principio trino" y estábamos conformes con la existencia del yo y su supraconciencia, el presente análisis sólo es una nueva confirmación de que este yo, con su supraconciencia, trasciende totalmente el tiempo de existencia de su organismo físico actual, o es absolutamente independiente de él. En virtud de este conocimiento, se revela, por consiguiente, la lógica que hay en los deseos y anhelos que no se colmaron con la destrucción del organismo. Dado que el yo es una realidad eterna, es por supuesto natural que en su supraconciencia haya realidades con un plazo más largo que el corto número de años que representa el tiempo del organismo físico. ¿Y no es acaso el plazo largo lo que vimos en la escala evolutiva? Ésta, ¿no es precisamente una manifestación visible de que el yo crea un organismo tras otro cada vez más perfecto, cada vez más apropiado para una conciencia, cada vez más intelectual? ¿Y qué hay más lógico y más en contacto con las demás leyes de la naturaleza que el hecho de que está calculado que los muchos deseos, anhelos y añoranzas, que no pueden colmarse en una vida terrena concreta, puedan hacerlo a largo plazo? Que este largo plazo existe se convierte en un hecho irrefutable por medio del fenómeno de que los organismos no aparecen exactamente en el mismo eslabón, sino que todos sus eslabones juntos manifiestan, al contrario, la creciente escala de perfección que conocemos como "escala evolutiva". Esto sería totalmente imposible si no hubiera algo en los organismos o tras ellos que los sobreviviera y pudiera desear o anhelar, precisamente, este crecimiento en perfección que la escala evolutiva representa o de la que es un cumplimiento.
      Que este deseo de crecimiento en un tipo u otro de perfección está presente en cada hombre terreno también se ha convertido, tal como ya hemos dicho, en un hecho. ¿Qué hombre terreno normal desea su propio declive, destrucción o muerte? Los deseos de los seres concuerdan, así pues, en gran medida con la creciente perfección que manifiesta la escala evolutiva. Pero si el yo y la supraconciencia no existieran más allá del tiempo de existencia del organismo físico, ¿para qué entonces la creciente evolución y el deseo de alcanzarla? "Las almas nuevas", que deberían tomar posesión de los organismos consecutivos mejorados o más perfectos, no podrían jamás haber deseado ellas mismas estas mejoras del organismo, ya que no habrían vivido con anterioridad. Y las que deseaban mejoras, no tendrían nunca la alegría de experimentar las mejoras, dado que perecerían junto con los organismos físicos que estaban animados por estos deseos. La naturaleza ha demostrado hace tiempo, por medio de la sutil lógica y perfección que ha revelado por todas partes, tanto en cosas pequeñas como grandes, que no puede originar un caos así. Y nosotros, por consiguiente, tampoco podemos aceptar esta lógica tan elevada sin reafirmar el renacimiento como una realidad inconmovible. Esta realidad convierte, por lo tanto, la experimentación de la vida del ser vivo en un ciclo eterno análogo a todos los otros ciclos por los que la naturaleza está exclusivamente formada.
      Por medio de este ciclo, la vida da acceso al cumplimiento de todos los deseos normales. Este renacimiento o mantenimiento de la inmortalidad constituye el décimo resultado básico del misterio de la vida.


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