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El renacimiento como el único fenómeno que puede garantizar que los destinos de los seres no sean sinónimo de caos o casualidad   729. Pero lo que sucede es que la experimentación de la vida es un hecho que todo lo eclipsa, y lo único, que puede proporcionar un equilibrio y constituir la garantía absoluta de que estas circunstancias tan peculiares y diferentes bajo las cuales los seres vienen al mundo no manifiesten un caos absoluto, es el renacimiento o reencarnación. La iglesia cristiana trata de dar un sentido a esta situación prometiendo una vida eterna tras la muerte con un "paraíso" y un "infierno" para conseguir un equilibrio entre "lo bueno" y "lo malo" respectivamente. Pero un equilibrio posterior de este tipo no puede justificar los sufrimientos actuales de un ser. Y esta enseñaza sólo muestra, por consiguiente, que los hombres no han estado satisfechos con la idea de que en su vida actual sus destinos tuvieran que ser una serie de casualidades y, con ello, ser la manifestación de un verdadero o absoluto caos. Y dado que, como hemos dicho, en la naturaleza no hay ningún "caos" absoluto ni ningún "producto de deshecho" y, por consiguiente, en ella tampoco hay sitio para ningún tipo de casualidad, el renacimiento del ser vivo se convierte en un factor imborrable de su análisis cósmico. Por medio de este renacimiento, los fenómenos del actual destino del ser pasan a formar parte de la misma lógica perfecta con la que la naturaleza se manifiesta en todos los otros campos a través de las vidas y los ciclos.


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