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El materialista empedernido vive, en el fondo, con la esperanza de la existencia de la luz que niega. Si no viviera con esta esperanza   727. Lo mismo es válido para el materialista empedernido, que considera toda concepción religiosa como "no científica", como "ingenuidad" o "superstición". Aquí lo único que sufre su ataque es, de nuevo, la envoltura de la luz. Lo que califica de "ingenuidad" o "superstición" sólo es, en realidad, la terminología o las palabras y las construcciones de que se viste la luz. No sospecha que él mismo es una prueba irrefutable de la existencia de la propia luz, porque en caso contrario podría ver que todos sus deseos y anhelos o todo su habitual bienestar se basan exclusivamente en la esperanza de la existencia de la luz que niega. Ha revestido simplemente esta luz con una terminología totalmente distinta, que todavía dificulta más reconocerla que cuando se usa la transmitida, pero que, en cambio, está de acuerdo con su negación. Pero si esta negación estuviera realmente de acuerdo con la actitud más profunda de su conciencia para con la luz, y si, de esta manera, no viviera con la esperanza de ésta, sólo podría ser considerado como un ser absolutamente anormal. Porque su bienestar sólo podría basarse en la esperanza en cosas que irían en dirección contraria a la evolución. Para estar en contacto con esto, tendría que desear oscuridad mental una y otra vez. No reconoce que su propio organismo es un peldaño o eslabón en la escala de la oscuridad a la luz, es decir, de la imperfección a la perfección, y aunque ve organismos que son menos perfectos y organismos que son más perfectos que el suyo, si no tiene directamente complejo de inferioridad o delirio de grandezas, y aunque por añadidura presencia que este destino también está en vigor para todos los otros organismos, sin embargo no reconoce nada de esto como expresión de una existencia continuada o inmortalidad. Igual que una gran parte de la humanidad terrena afirmará que estos organismos son sin duda peldaños de una escala, y que la conciencia de los seres representa, así mismo, peldaños de la misma escala, pero que esto, sin embargo, no puede ser ninguna prueba en absoluto de renacimiento o inmortalidad, dado que está sujeto a la superstición de que "lo vivo" del ser y el organismo son la misma cosa y, por consiguiente, tienen que haber empezado con la concepción en el seno de la madre y, por lo tanto, también terminarán su existencia con el cese del organismo físico actual. Todos los seres, así pues, según sus ideas sólo existen en su vida terrena actual y sólo pueden existir en ésta. Que su mentalidad muestra una actitud frente a la vida, o una concepción de ella, que manifiesta el mayor contraste a sus más profundos deseos y anhelos, a todo lo que puede calificarse de lógico y, por consiguiente, de amor, es algo que no sospecha. No comprende en absoluto que su conocimiento consciente con conciencia diurna nunca, en ninguna circunstancia, puede convertirse en un verdadero conocimiento científico de la justicia y sutil lógica de la vida, mientras tenga esta actitud mental. Por lo tanto no le es posible encontrar ningún fundamento duradero para altos ideales o para una moral o una luz mental superior.


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