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La existencia de esta idea que se refleja es un hecho por medio de las palabras y los resultados inmortales de los grandes profetas y redentores del mundo, que, a pesar de todo el materialismo, se presentan todavía con mayor luminosidad como el codiciado objetivo y el puerto mental lleno de paz para todos los hombres terrenos. Todos corren hacia el cumplimiento del mensaje de Navidad "Paz en la Tierra", pero sus caminos son distintos   725. Que es así se puede ver por medio de todos los resultados o frases imperecederas, que han traído al mundo los sabios más grandes, y que a pesar de milenios y milenios de oposición brillan y resplandecen más que nunca, es más, su brillo y su autoridad van incluso en aumento. A pesar de cañonazos, bombardeos, materialismo y superstición, se revelan cada vez con más resplandor y han convertido desde hace tiempo en un hecho que son la curación que todos los seres, de manera inevitable, buscan finalmente en los momentos de mayor necesidad, peligro, dolor y sufrimiento. Porque absolutamente todos hacen este último camino hacia este puerto. El mundo no puede, por consiguiente, borrar este puerto, pero este puerto salvará al mundo en virtud de su identidad como verdad y de su consiguiente importancia científica. La vía evolutiva de los seres ¿es acaso otra cosa que un cumplimiento de las palabras de los verdaderos "profetas" y "redentores del mundo"? ¿Quiénes pretenden afirmar que el cumplimiento de estas palabras, es decir: amor, cultura, información y sabiduría no es precisamente aquello de lo que en realidad tienen hambre y sed? ¿Quiénes se atreven a proclamar que odian la realización de este cumplimiento? ¿No es, precisamente, esta misma realización lo que todas las potencias beligerantes aducen como base de su lucha? ¿No tienen todos que enseñarla como su único objetivo futuro? ¿No tienen todos que buscar en esta enseñanza bálsamo, consuelo y curación mental para la conciencia? ¿Quiénes se atreven a proclamar directamente en el siglo XX que luchan exclusivamente para odiar y perseguir, demoler y dificultar todo tipo de cultura y verdaderos ideales humanos? ¿Quiénes se atreven a proclamar que hacen la guerra como un pasatiempo meramente deportivo o a fin de ir a Odín, que está en el Valhala? Lo que sucede ¿no es, precisamente, que incluso los seres que matan y asesinan, porque en ellos el placer sexual sólo puede satisfacerse viendo el horror y la agonía de sus víctimas, tarde o temprano gritan al cielo desesperados con motivo de su estado desdichado? Tanto ha avanzado la realización del cumplimiento de los preceptos e ideales eternos en la Tierra, que todos deben buscar este cumplimiento como el absolutamente único puerto tranquilo que protege contra todas las tormentas y catástrofes naturales mentales, contra todos los huracanes y terremotos mentales. El agua tranquila y llena de paz de este puerto es lo que todos los hijos mutilados y sufrientes de los campos de batalla vislumbran más allá de su propia danza sangrienta de muerte. Sobre las lágrimas de los compatriotas, compañeros y amigos, los enronquecidos gritos de muerte, las miradas decaídas y los cadáveres mutilados, el grito pidiendo la luz eterna, el grito que dice: "Amaos los unos a los otros" es todavía más penetrante, entrañable y vivo y, por consiguiente, más socavador o mortal para la esfera propia de la muerte o del principio mortífero. Sí, la guerra acelera su propia destrucción cuanto más mina sus propias fuerzas. Cuanto más se come, más rápidamente se presenta la saciedad. Es la ley. El mundo, a pesar de que está rodeado por las llamas devoradoras de la guerra, ya está ahora, así pues, en el signo de la luz. Todas las miradas se dirigen hacia la gran liberación. Todos sueñan más que nunca con "el nuevo cielo" y "la nueva Tierra" prometidos. Todos se apresuran, conscientes o no, hacia la realización del cumplimiento del mensaje de Navidad, "Paz en la Tierra". Pero lo que sucede es que sus caminos son distintos. Y aquí estamos en la verdadera causa de la guerra misma. En el fondo, los ideales y los deseos de los hombres terrenos son los mismos. Con respecto a esto ya no pueden, en realidad, surgir divergencias. Tanto han hecho avanzar a la mayor parte de hombres terrenos las verdades eternas o los más altos resultados de la vida con que la redención del mundo nos obsequió. Ahora luchan únicamente por los caminos o los ideales de la luz. Pero como han evolucionado tanto, la luz ya ha vencido. Cuando las masas ya no luchen por el ideal más alto en sí o por la luz eterna, sino que todos quieran avanzar en la misma dirección, con este panorama una menudencia tal, como un asunto del camino, ya se solucionará.


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