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La vida misma confirma la inmortalidad de los seres como un hecho   720. Como el "caos" en su sentido absoluto es imposible, el cese de la vida de los seres vivos en el momento en que su organismo físico se desmorona es, así mismo, algo imposible. Y los deseos, anhelos o apetitos insatisfechos, que el ser tiene al desaparecer este organismo, no son ningún "caos", sino que, al contrario, aparecen en grado sumo como un resultado progresivo de un plan lógico o racional creciente. Por medio de los deseos insatisfechos se ve claramente que el ser no está terminado con la muerte de su organismo. Y como a la naturaleza le es imposible no terminar de crear las cosas o planes que ha empezado, es un hecho real que la existencia del individuo continúa. En caso contrario, la creación de la naturaleza sería desde hace mucho tiempo un "caos" absoluto. Pero dado que un "caos" absoluto es, como ya hemos dicho, algo imposible en el universo, la vida misma confirma aquí la promesa de la inmortalidad o eterna experimentación de la vida por los seres como un hecho totalmente inalterable.


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