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Que un ser pueda tener deseos, que de ninguna manera pueden satisfacerse en su vida actual, es prueba de que la existencia de este ser se extiende más allá de la duración de su organismo actual   715. Pero, no obstante, en la vida cotidiana presenciamos muchos anhelos "insatisfechos". En muchos casos vemos que hay seres que "mueren" sin haber alcanzado el fin al que su mayor deseo tendía o sin ver sus deseos satisfechos. Pero según la ley de la creación o de despliegue de energía, ningún anhelo puede cesar sin haber sido satisfecho. Esto quiere decir, por su parte, que todos los anhelos insatisfechos, que nosotros tenemos o que observamos en otros, serán satisfechos. Estos anhelos representan un despliegue de energía cuyo cese no puede en absoluto tener lugar sin el equilibrio que se llama satisfacción. Que eventualmente "muramos" antes de que dicho despliegue de energía haya llegado al límite de sus posibilidades y encontrado el equilibrio en la satisfacción no cambia el principio, ya que los anhelos o deseos no son fenómenos físicos y, por consiguiente, no dependen del organismo físico. Están enraizados en el elemento de destino y en la supraconciencia del individuo y tienen su punto de partida en él. Y esto está totalmente en consonancia con nuestros anteriores análisis de la eternidad del yo. Que un ser pueda tener anhelos o deseos muy profundos, que es imposible que vea colmados mientras se encuentra en su organismo físico actual, se convierte, así, aquí en una nueva prueba de que la existencia del ser se extiende más allá de la duración de dicho organismo. No sólo en un ser aislado, sino en millones y millones de individuos, vemos un hambre o un anhelo que es imposible que pueda satisfacerse en la vida actual de estos seres, sí, no hay un solo hombre civilizado normal que se pueda decir que es una excepción con respecto a esto. Este anhelo constituye, por lo tanto, una parte de la estructura mental de cada individuo, es más, es un factor imprescindible para éste, del mismo modo que el hambre diaria de alimentos. Pero que tuviera que divergir de ésta por el hecho de ser un hambre para la que no existiera ninguna satisfacción es directamente contrario a la lógica, que todas las leyes de la naturaleza representan, y es imposible confirmar. Estas leyes de la naturaleza muestran, al contrario, con toda claridad y con una fuerza abrumadora que hay una satisfacción para cualquier anhelo o cualquier deseo normal que pueda surgir en la mentalidad de cada ser, y que esta hambre mental formada de deseos y anhelos es, en realidad, un bien igual de normal y que condiciona la vida de la misma manera que el hambre común y, al igual que ésta, sólo existe exclusivamente para que el ser pueda llegar a experimentar el bienestar que tiene lugar cuando es satisfecha.


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