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Nuestra experimentación de la vida sólo puede existir como una relación cambiante entre los dos contrastes "luz" y "oscuridad". Esta relación sólo puede ser un caminar hacia la luz o un caminar hacia la oscuridad. El móvil de esta relación es el hambre y el fin último es la saciedad   711. Como una experiencia o percepción sólo puede existir como un conocimiento de uno de estos contrastes a base del otro, todo percibir o experimentar sería totalmente imposible si uno de estos dos contrastes no existiera. Toda experiencia sólo puede, por consiguiente, existir como expresión de nuestra relación con cada uno de los dos contrastes. El contraste que conozcamos mejor será la medida y la base para el conocimiento del otro. Si, de este modo, tenemos mayor conocimiento de la oscuridad, juzgamos desde la oscuridad. Si tenemos mayor conocimiento de la luz, este contraste es el decisivo para nuestra percepción o conocimiento de la vida o existencia. Toda percepción y, por consiguiente, todo conocimiento dependen de la experiencia que se tiene de la oscuridad o de la luz y nunca, en ningún caso, pueden depender de otra cosa, ya que la luz y la oscuridad abarcan todo lo que existe. Pero como lo que dirige nuestras experiencias es el hambre y la saciedad, ningún ser puede quedarse parado en una relación determinada con uno de los dos contrastes, sino que debe seguir moviéndose continuamente, es decir, transformándose. Esta transformación será a favor de aquel de los dos contrastes por el que el ser, con su hambre, es atraído. Si se siente atraído por la luz, esto quiere decir que está saciado de oscuridad, y ésta le repele cada vez más y, debido a ello, se transformará a favor de la luz. Del mismo modo, si ha vivido hasta la saciedad la luz y está harto de este contraste, tendrá hambre de oscuridad y favorecerá las experiencias que se basen en este contraste. Algunos seres aparecen, de este modo, como caminando hacia la luz y otros como caminando hacia la oscuridad. Esto quiere decir, a su vez, que algunos seres están sufriendo una transformación de la luz a la oscuridad, mientras otros están, del mismo modo, transformándose de la oscuridad a la luz. La finalidad del caminar de ambos es una saciedad, en tanto que el móvil de dicho caminar es el hambre. Tan fácil y sencillo es el caminar de los seres por la vida, que simplemente siguen sus propios deseos, anhelos y añoranzas. Desde la perspectiva cósmica no hay otros factores de movimiento. Y aquí nos encontramos junto al deseo primario en sí que tiene su asiento en "X2". Este deseo es la fuente primaria de experimentación de la vida del yo, que es eterna y ocupa un lugar central. Y, como ya hemos dicho, esta experimentación sólo es posible en virtud de los dos contrastes citados. Por consiguiente, el ser vivo no puede nunca, en ningún caso, encontrarse en otra situación que en la de sentir saciedad de la oscuridad y la consiguiente hambre de luz (que es la situación en que el hombre terreno se encuentra cada vez más) o sentirse saciado de la luz y, como consecuencia de ello, sentir hambre de oscuridad (que es la situación que, en realidad, representan las plantas y los animales).
      Todas las manifestaciones, los estados o las formas de experimentación de la vida, indiferentemente de cuál de los tres cosmos existentes formen parte, indiferentemente de qué actitud adopten con respecto a la verdad, indiferentemente de que sea superstición o realidad, sólo podrán manifestar inevitablemente o bien hambre o bien saciedad de luz u oscuridad. Estos dos contrastes son los soberanos absolutos de la vida de la conciencia, ya que todo puede crearse por medio de ellos, y nada en absoluto puede surgir sino es por efecto de ellos.


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