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Figura n.º 9 de la estrella – "A imagen y semejanza de Dios"   699. Dado que hemos avanzado tanto en nuestra manifestación o investigación, que hemos confirmado la identidad eterna del ser vivo como "un principio trino", no podemos evitar ver que el universo o cosmos tiene exactamente el mismo análisis. Toda nuestra experimentación de la vida es semejante a una gran cadena única de experiencias de "realidades creadas", que en forma del universo constituyen el resultado eterno de una creación o un "algo eterno que es", es decir, el análisis "X3". Este resultado de una creación eterna convierte una correspondiente facultad creadora y eterna en un hecho, y así llegamos al análisis de "X2". Pero una facultad creadora es una cualidad subordinada y sólo puede existir vinculada a un origen que piensa y con una voluntad que dirige. La facultad creadora y eterna del universo supone, por lo tanto, la existencia o presencia de un origen igual de eterno para poder constituir la realidad que dicha facultad representa hoy como un hecho. Y aquí tenemos ante nosotros el análisis "X1". El universo tiene, por lo tanto, exactamente el mismo análisis, el mismo principio trino que el ser vivo. Y su identidad como constituyendo un ser así está con esto confirmado de una manera inalterable. Como este ser vivo sólo puede ser el gran y único ser que se designa con el concepto "Divinidad", todos los demás seres se presentan, de este modo "a imagen y semejanza de Dios". Este es el noveno resultado básico del misterio. Este resultado está simbolizado en la figura n.º 9 de la estrella en forma de triángulos dentro de triángulos. Los triángulos simbolizan seres vivos. Del mismo modo que estos triángulos están los unos dentro de los otros, así también vemos que los seres del universo, que son, claro está, "la imagen" visible de "la Divinidad", están los unos dentro de los otros. Incluso nuestro propio organismo muestra este fenómeno como un hecho. Si en él no hubiera microseres, sería totalmente imposible la existencia de nuestros órganos, nuestra sangre y nuestra musculatura, del mismo modo que también lo sería si nosotros mismos no nos encontrásemos, así mismo, en el gran organismo cuyas funciones llamamos "naturaleza". ¿Cómo podríamos aparecer, crear y manifestarnos si fuera de nuestro organismo sólo existiera una "nada"? ¿Cómo podría manifestarse la experimentación de la vida del ser vivo si su organismo no estuviese envuelto en este abrazo divino, no estuviese arropado tanto por el cuerpo físico como por el cuerpo espiritual y las funciones vitales de la propia Divinidad?


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