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| Véase el símbolo nº 11 en nueva ventana |
| Figura n.º 8 de la estrella – El principio trino | 698. Con el conocimiento de estas tres "X", la existencia eterna del ser vivo es un hecho. Vemos que su análisis principal lo constituyen tres principios eternos e inalterables, cada uno de los cuales está, por sí mismo, absolutamente por encima de todo estado temporal o de toda cosa que forme parte del concepto "cosas creadas". El ser vivo no es, por consiguiente, un "hombre", un "animal", una "planta" ni ninguna otra cosa temporal, pero los fenómenos temporales de este tipo son instrumentos transitorios de la conciencia y expresiones pasajeras de la creación sujetos a la combinación de pensamientos y voluntad del ser vivo, y surgen y desaparecen respectivamente según el hambre y la saciedad de la conciencia. Todo lo que es perceptible del ser vivo, todo lo que podemos ver de este ser, no es el ser en sí, sino sus producciones. Y sólo por medio de estas producciones se puede percibir indirectamente al "algo" como existiendo eternamente tras la voluntad, el pensamiento y la manifestación. El ser vivo constituye, por consiguiente, un principio trino que puede expresarse con tres análisis: "un algo que es", "la facultad creadora de este algo" y "el resultado de esta facultad creadora". Como cada uno de estos tres análisis está indisolublemente entrelazado a los otros dos y, juntamente con ellos, constituye la unidad que aparece como "el ser vivo", el análisis básico, eterno e inalterable de este ser será que constituye "un principio trino". Ninguno de estos tres principios puede separarse de los otros dos, ya que cada uno de ellos es una realidad eterna cuyo análisis se funda, en última instancia en "el algo que es" que no está de ningún modo lejano. Esta confirmación de la inmortalidad o aparición soberana y eterna del ser vivo en forma del "principio trino" es el octavo resultado básico del misterio de la vida y se expresa en forma de un triángulo en la figura n.º 8 de la estrella del símbolo. |
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