Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(639-1052) 
 
Búsqueda avanzada
Véase el símbolo nº 11 en nueva ventana    

 

"La causa sin causa" constituye nuestro yo. Este yo no tiene nombre y, debido a ello, lo llamamos "X1"   695. Dado que esta causa existe tanto tras el pensamiento y la voluntad como la manifestación, es "el algo" que experimenta desde lo más íntimo de nuestra manifestación; esta "causa sin causa" equivale, tal como ya hemos nombrado, a nuestro propio ente o yo. Por consiguiente, aquí hemos llegado al origen absoluto de nuestra propia vida. Pero también hemos visto que, en realidad, este yo carece por propia naturaleza de análisis, exceptuando el de que constituye la causa más profunda de la propia expresión de su existencia o presencia en el universo. Sin esta manifestación estaría privado de toda experimentación o manifestación y tendría, por consiguiente, que ser idéntico a "nada". Pero es un hecho inalterable que no puede existir así. Sólo puede existir como causa de manifestación y experimentación. Pero como es causa de manifestación y experimentación, está por sí mismo fuera de estas dos realidades. Por sí mismo no puede, así pues, constituir ninguna forma de manifestación o experimentación. Por consiguiente no puede hablarse de él en relación con su rendimiento, tal como se hace con las manifestaciones o cosas creadas, dado que por sí mismo no tiene nada en absoluto que ver con el rendimiento. Por lo tanto, está totalmente por encima de los resultados concernientes a pesos y medidas. Pero una cosa que no pesa, que no tiene volumen, color o medida, pero que sin embargo existe, sólo puede tener el análisis de "algo que es". El hecho de que además de este análisis, debido a su naturaleza más profunda, carezca de nombre no se debe a que el investigador tenga un conjunto defectuoso de sentidos, sino, al contrario, a que es un análisis basado en una claridad fruto de unos sentidos con una capacidad muy alta de penetración por parte de este mismo observador. Si esta facultad de observación no fuera tan penetrante, este "algo", debido a la ignorancia, seguiría apareciendo envuelto en un montón de velos nebulosos demasiado llenos de quimeras o de propiedades atribuidas, expresadas en relaciones de pesos, medidas y dimensiones, es decir, propiedades que sólo pueden identificase absolutamente con cosas producidas, que a su vez, como ya hemos visto, están sometidas al pensamiento y la voluntad y, por consiguiente, determinadas como propiedades inferiores del yo y, debido a ello, no pueden ser el análisis del yo en sí.
      Como el único análisis absoluto del yo es que dicho yo constituye "un algo que es" y, debido a ello, por naturaleza no tiene nombre, aquí en "Livets Bog" lo hemos llamado, tal como los lectores ya saben, "X1"


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.