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Una relación de perspectiva mental. Por qué las cosas producidas por el hombre se aceptan como pruebas irrefutables de la existencia de un ser vivo, mientras las producciones propias de la naturaleza no se aceptan como formando tales pruebas, aún cuando han sido creadas de una manera igualmente lógica o útil   690. Sí, aquí se trata de una relación de perspectiva. En la zona de percepción mental del ser hay, igual que en su zona de percepción física, una zona cercana y una zona lejana. Me permito suponer que es de conocimiento común que todos los detalles o fenómenos de una zona de percepción física son mucho más accesibles o fáciles de comprender en la zona cercana que en la remota, donde finalmente se borran totalmente por la neblina y la distancia. En principio, el mismo fenómeno se impone en el horizonte mental. Y aquí, en este horizonte, todos los fenómenos producidos humanamente constituyen la zona cercana. Todo lo que ha sido producido por el hombre se percibe, se abarca o conoce, naturalmente, mejor por el hombre. Si vemos una pieza de ropa, ningún hombre civilizado normal tendrá ninguna duda en absoluto de que se trata de una producción humana. Que a este ser se le ocurriese creer que se ha creado a sí misma, es algo imposible. En cambio, si ve algo que no ha sido creado por el hombre, por ejemplo, una flor, un árbol o el mismo sistema solar, no se puede descartar que tenga sus dudas sobre el verdadero origen de estos fenómenos, aún cuando estas cosas revelan una lógica o utilidad no menos relevante en su naturaleza que la pieza de ropa. Aquí la tendencia a pensar que se han creado a sí mismas es, incluso, muy frecuente. La razón de que el hombre terreno valore los fenómenos creados de manera tan distinta se debe muy simplemente a la ubicación especial de las cosas en cuestión en la zona de percepción física del hombre concerniente. No es difícil comprender que la pieza de ropa, dado que es una producción humana, sólo puede estar exclusivamente ubicada en la zona de percepción absolutamente cercana al hombre en cuestión, mientras que las otras cosas: la flor, el árbol y el sistema solar estarán inalterablemente ubicadas en su zona de percepción lejana. Como consecuencia de ello no puede evitar estar extremadamente orientado sobre la pieza de ropa, es más, hasta un grado tal que es un hecho para él que su creación sería imposible sin un sastre, es decir, sin un ser vivo como origen. La pieza de ropa constituye, así pues, un fenómeno que está ubicado de una manera tan favorable en la zona cercana de percepción mental del ser en cuestión, que éste ha tenido la posibilidad no sólo de percibir la pieza de ropa, sino también su origen al cien por cien.
      Totalmente distinta es la situación con respecto a los otros fenómenos: la flor, el árbol, etc. Estos fenómenos no son producciones humanas y se encuentran, por consiguiente, en la zona de percepción remota citada. Debido a esto, el ser en cuestión no puede estar tan perfectamente orientado aquí como lo estaba con respecto a la pieza de ropa. Estas cosas contienen muchas zonas poco claras, mucho se ha perdido y se ha borrado debido a la distancia mental que hay entre ellas y el origen de la zona de percepción, sí, son tan vagas o poco accesibles por la percepción en la zona de percepción del ser en cuestión, que este ser no puede constatar en absoluto ningún origen. Y entonces es fácil de comprender que el ser caiga en la ilusión o superstición de que las cosas se crean a sí mismas, dado que sólo ve perspectivas puramente físicas, y todavía no ha aprendido a percibir o contar con que toda percepción depende de una perspectiva mental.


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