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Figura n.º 6 de la estrella – "Yo" y "esto"   685. Lo central en la experimentación de vida del hombre terreno es "que se percibe como un yo". Pero esta experiencia sólo se presenta poco a poco por medio de la evolución. Todas las formas de seres minerales, vegetales y animales fuera del hombre terreno no tienen esta percepción. Tanto las manifestaciones de las plantas y los minerales como la mayor parte de las manifestaciones de los animales son funciones automáticas, son "conocimiento-C" de un ciclo de espiral anterior. Pero el encuentro de la reacción de estas funciones automáticas con el despliegue de energía de la naturaleza es lo primero que el ser vivo comienza a experimentar en un ciclo de espiral. Esta vivencia, tal como hemos mencionado en otros lugares de "Livets Bog", comienza en el ser como una "percepción vaga" y luego se convierte en un conocimiento cada vez más detallado y vivo para, de este modo, convertirse finalmente en conciencia diurna despierta y clara. En sus primeros estadios, esta conciencia diurna no es, así pues, un conocimiento o experimentación de la propia identidad del ser, sino que, al contrario, sólo es un conocimiento de la influencia externa que ejerce la naturaleza por medio de su despliegue de energía. La influencia de la naturaleza es, así pues, lo primero que un ser conoce o descubre. El recién nacido, que está en la cuna, todavía no tiene en la zona física ninguna idea de su propia identidad física. Sólo experimenta la reacción del encuentro de su organismo con la naturaleza, que en este caso significa el cuidado y la solicitud de sus padres o la satisfacción de las necesidades y exigencias de su organismo para poder existir. Al igual que con el niño pequeño, que no comprende detalladamente lo que experimenta, sino que sólo lo reconoce en forma de "placer" o "malestar", así también sucede con todas las formas de vida vegetal, aunque con la diferencia de que, mientras este estadio elemental de conciencia sólo es una repetición en el niño, en el ser vegetal es un estadio permanente que sólo puede superar a lo largo de espacios de tiempo inmensos y, así, pasar al estado de conciencia del animal. Pero en toda esta zona evolutiva y un buen trecho en el reino animal todavía tiene que vivir en la zona de los instintos o percepciones vagas, que es una zona con una conciencia muy pobre. No se conoce a sí mismo, nunca ha pensado en sí mismo. Pero, a medida que va experimentando la reacción del encuentro de la energía que emana su propio ser con las energías de la naturaleza, es inevitable que el ser, poco a poco, descubra esta reacción. Se encuentra constantemente en ella, y dicha reacción es la primera forma de conocimiento del ser vivo. El ser animal experimenta de este modo, poco a poco, que hay algo además de él mismo. A partir de aquí empieza a distinguir entre él mismo y esto otro. Y así surgen las primeras formas elementales de "conciencia de yo" o el incipiente hombre terreno. Este ser distingue, por consiguiente, entre él mismo y todo lo otro existente, tanto cosas como seres. En la figura n.º 6 de la estrella vemos simbolizado esto. El triángulo blanco significa aquí el "yo". Y el triángulo grande con los colores de todas las energías básicas representa el universo, la naturaleza o el "algo" del que el yo se siente separado. Debido a esta separación ha surgido el concepto "esto". Este "sentimiento de yo" y este "sentimiento de esto", que juntos son, en realidad, la causa del "sentimiento de individualidad" del ser, son el sexto resultado básico del misterio de la vida.


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