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En relación con el centro del sistema solar, la Tierra no se encuentra en su lecho verdadero. Si el hombre terreno no se hubiera dado cuenta de la manera de superar las consecuencias de la invalidez de la Tierra   659. Como hemos visto aquí, la parte de la existencia humana terrena, que no está en contacto con la zona de tiempo del ciclo del día y de las estaciones del año, tiene, así pues, que mantenerse artificialmente. Que este gran mantenimiento artificial sólo ha surgido para ser una protección contra el sufrimiento es un hecho para todo hombre civilizado. Pero cuando en el organismo de la Tierra hay, de este modo, un destacado sufrimiento contra el que este hombre tiene que protegerse, contra el que tiene que luchar para vencerlo, se convierte así mismo en un hecho para el investigador evolucionado que la inclinación del eje, y el estado que de ahí se desprende le impide a la Tierra encontrarse en su lecho verdadero o en su relación correcta con respecto al centro del sistema solar. Si no fuera precisamente así, sus microseres no habrían tenido que superar otras dificultades que los problemas normales que surgen en la lucha con los otros seres por el derecho a la existencia. No existiría la posibilidad de que el organismo del macroser pudiera ser por sí mismo un peligro para sus normales microindividuos, de modo que estos tuvieran que luchar directamente con él para conservar su lugar justo en su interior. Que el hombre terreno muestra una lucha así es también un hecho muy claro. ¿Cómo podría, si no, la sociedad humana civilizada actual, que está altamente evolucionada, manifestar una existencia así, de alguna manera soportable para su vida normal, si gradualmente no se hubiera dado cuenta del modo de superar, de una manera artificial, las dificultades que la madre Tierra, debido a su propio arco de destino adverso, le había causado a su propio organismo? ¿Cómo le habría sido posible a esta sociedad encontrar, sin esta lucha, un espacio para la vida en los lugares del globo terrestre donde la naturaleza causa molestias? ¿No es precisamente esta lucha la que ha hecho inmensas extensiones de los continentes de la Tierra habitables, aptas para la alta evolución y manifestación cultural de esta sociedad? ¿Qué habrían sido estas zonas para una sociedad así, si no hubiese descubierto cosas que pudieran neutralizar los efectos de las adversidades del macroorganismo? Donde ahora hay la mayor manifestación intelectual, ¿no habrían acaso existido solamente formas primitivas de vida, robustos y peludos hombres mono o toscos y bestiales hombres primitivos que, al igual que los animales, podrían vivir en cuevas o de otra manera salvaje podrían resistir las estaciones del año con los violentos cambios propios de las zonas templadas? Los que no pudieran resistir el clima mortífero de las zonas frías tendrían que residir en la zona del ecuador que tampoco es especialmente favorable, ya que las dificultades van en dirección al otro extremo. Aquí la temperatura es demasiado alta con respecto a la del cuerpo humano. Y toda la vida cultural, que ahora impera en el mundo a través de las zonas templadas, tampoco habría podido florecer si los microseres no hubieran podido crearse por sí mismos, mediante su ingeniosidad y conocimiento técnico, una protección contra las terribles desventajas del clima.
      Que la existencia humana terrena haya adquirido un estándar tan elevado en conocimiento técnico se debe, exclusivamente, al hecho de que la humanidad terrena tiene que vivir de manera artificial y en lucha constante contra las consecuencias de la inclinación del eje de la tierra.


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